Epilogó - Ad Astra Per Aspera

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—Santo jodido Cristo—dijo Lisa. Ella gimió y se inclinó sobre el inodoro otra vez.— Voy a asesinar a ese hombre, lo juro por Dios.

—Raíz de meithnil —dijo Jimin.— Voy a subir hacia el templo y ver si Seokjin tiene alguna a la mano.

Yoon Gi estaba en el pasillo, retorciendo su cola. Corrió hacia Jimin, sus cejas fruncidas en preocupación. —¿Está bien Lisa?

—Sí, Yoon Gi. No te preocupes. Sólo es malestar mañanero.

—Lisa dijo que pensaba que iba a morir.

—Ella estaba exagerando, Yoon Gi.

—Oh. ¿Estaba exagerando sobre estar enojada conmigo, también? —preguntó esperanzado.— Ella me dijo que fuera a joderme a mí mismo y yo le dije que no creía que eso fuera posible, y ella dijo...

Jimin lo interrumpió. —No, estoy bastante seguro de que lo decía en serio. Realmente deberías haberle preguntado, Yoon Gi.

—Yo le pregunté —protestó.— Le pregunté si ella había pensado en tener un bebé y ella dijo "sí". La última vez que le pregunté, me dijo: "Déjame pensar acerca de ello" así que esperé hasta que me dijo que lo había hecho.

Jimin negó con la cabeza. —Oh, Yoon Gi. Ella no pensaba que te referías a tratar de dejarla embarazada en ese momento.

—Oh,— Yoon Gi miraba a sus pies.— Ella va a echarme del nido de nuevo, ¿no?

—Yo diría que eso probablemente es una suposición segura,— coincidió Jimin.— Si yo fuera tú, comenzaría a planificar alguna búsqueda seria. El chocolate usualmente ayuda.

Jimin se detuvo en la oficina que compartía con Jungkook y asomó la cabeza por la puerta. —Tengo que ir al templo. ¿Quieres venir conmigo?

—Esa es una idea maravillosa,— admitió él, poniéndose de pie y estirándose, su largo cuerpo arqueándose hacia el techo. Los músculos de su estómago tensos, esa línea sexy que se curvaba alrededor de la parte delantera de sus caderas, sus fuertes muslos...

—No me mires así,— susurró Jungkook,— o no vamos a visitar el templo por algún tiempo.

¿Había alguna razón por la que él iba al templo? Se le había olvidado por completo. No debía haber sido importante.

Yoon Gi bajó por el pasillo, aun retorciendo su cola. —Jimin, Lisa dijo que no quiere ningún chocolate. ¿Qué debo hacer ahora?

Jimin cerró los ojos y contó hasta diez.

—¿Trataste de frotar sus pies? —Jungkook sugirió.— A Jimin le gusta eso.

La frente de Yoon Gi se arrugó. —¿Sus pies, dices? Nunca nos enseñaron eso en la escuela...

—Oh, no es con fines sexuales,— dijo Jungkook.— Pero, hablando de sexo, existe un punto que encontré con el que-

— ¡Alto! —Jimin dijo.— Tenemos que irnos.

—Espera un momento, se trata de información útil.

— ¡Ahora, Jungkook! —Él lo agarró del brazo y lo arrastró por el pasillo.

— ¡Hablaremos más tarde! —gritó Jungkook.—¿Por qué estás todo rojo, Jimin?

—Por nada,— murmuró Jimin.

Era un día tan agradable que ellos decidieron caminar. La nueva guardaespaldas de Jimin, Hwasa, una alta mujer Enhypen de color rojo púrpura con cabello negro, los seguía. Llevaba dos espadas cortas en su cinturón que destellaban luz mientras caminaba. Hubo muchos candidatos para el cargo, pero Jungkook se había negado rotundamente a tener un macho de cualquier especie cuidando a su compañero, lo que había eliminado a más de la mitad de los aspirantes. Al resto, Jungkook les había hecho una audición peleando contra él mismo. Hwasa fue la única que estuvo a punto de golpearlo y así fue como ella obtuvo el trabajo. Jimin no pensaba que fuera del agrado de Hwasa dado que rara vez hablaba con él, pero tal vez esa distancia era una cosa buena.

Mikrokosmo - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora