Eithan es reservado y distante.
«Madi» es simpática y alegre.
Eithan es nuevo en el pueblo.
«Madi» ha vivido toda su vida ahí.
Eithan carga con el peso de una pérdida que aún le causa mucho dolor.
Y quizás, «Madi» sea la única capaz de entender...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Durante todo el camino, hice mi mayor esfuerzo por contenerme, pero mi entusiasmo aumenta de nivel cuando miro a mi mamá salir a recibirnos. Y al final, acabo lanzándome del auto —aún en movimiento—, para después, correr a abrazarla con todas mis fuerzas.
—Por Dios, Eithan, no hagas eso. Me vas a matar de un susto —me regaña, pero no sin antes, apretarme fuerte entre sus brazos—. Te extrañé muchísimo, Eithan.
—Yo también te extrañé, mamá.
—¡Ándale! ¡Vuelve a hacer eso y ya verás como, a la próxima, no me hago responsable si te atropello con el auto! —grita mi tía, bajando del asiento del conductor y dedicándome la misma mirada que le da a Benjamin, cada vez que quiere liquidarlo. Menos mal que mi mamá está aquí, sino, bien podría darme por muerto— Oigan, ¿y yo qué? ¿A mí no me van a abrazar?
Ambos reímos y, sin dudar, le hacemos un espacio para que se úna al abrazo familiar. ¿Qué puedo decir? Mi mamá tiene la madurez que le tocaba a ambas, ya que mi tía parece más una niña en ciertas ocasiones. Aún así, me agrada esa cualidad de ella y creo que es lo que la hace ser más... ¿Original? No sé, pero me cae bien y es lo único que importa.
Tras varios segundos de permanecer en la misma posición, nos toca separarnos al sentir como los brazos se nos empiezan a entumecer. Justo a tiempo, pues cuando me alejo unos centímetros de ellas, logro percibir como algunas pequeñas e insignificantes gotas de lluvia, van cayendo en mi rostro con mucha lentitud. Ni siquiera podría llamarle a esto "llovizna", ya que la lluvia es mínima, no obstante, esas nubes oscuras en el cielo, no me dan buena espina. Tal parece que aquí, la temporada de lluvias está lejos de terminar.
—Será mejor que entremos. Ya empezó a llover y se pueden resfriar. Vamos —nos anima mi mamá y sin dudar, mi tía y yo le hacemos caso, abriéndonos paso por aquella casa de la que me fui hace cuatro meses y a la cual, también he extrañado, aunque no supe darme cuenta de inmediato.
No puedo evitar tomarme mi tiempo para admirar el lugar. Todo está igual que el día en que me fui y aunque sí, sé que fueron unos pocos meses, para mí, fue toda una vida. Pasaron tantas cosas y hubieron tantos cambios en mí, desde el día de mi partida. Gracias a eso, hoy puedo volver con la satisfacción de que, ahora, todo va a estar bien. No tengo que pensarlo mucho para darme cuenta de que, el Eithan que regresó, en definitiva, no es el mismo que se fue. ¿Y para qué lo voy a negar? Eso me alegra... y mucho.
—Llegaron justo a tiempo, ¡el almuerzo está listo!
Uff... era lo único que faltaba para que éste reencuentro, fuera perfecto.
Tras mucho insistirle a mi tía, logramos convencerla de que se quede a almorzar. Sólo ahí, nos sentamos todos a la mesa y mientras disfrutamos la sazón de mi mamá, hablamos de varios temas, contamos algunas anécdotas e incluso, bromeamos de vez en cuando. Es una lástima que mis primos no hayan podido venir, porque sé que se habrían divertido mucho. No recuerdo cuándo fue la última vez que disfruté tanto un almuerzo. Seguro que, para esa ocasión, mi papá seguía con vida, ya que luego de su muerte, las comidas se volvieron más... monótonas, hasta el día de hoy, pues al fin, luego de tres años, vuelvo a sentir algo de alegría a la hora de comer.