45. Una herida similar

4 0 0
                                    

—¿Puedo sentarme? —le pregunto, con cautela

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Puedo sentarme? —le pregunto, con cautela. Lo último que necesito, es que se asuste o que recuerde el porqué quería asesinarme hace unos meses.

Gracias al cielo, nada de eso sucede; Madi sólo asiente, algo aturdida y sin poder creer lo que sus ojos ven. No la culpo, se supone que yo no debería estar aquí, en primer lugar. Aún así, no quiero retar a la suerte, por lo que sólo me apresuro a tomar asiento junto a ella, en las rocas, dejando una buena distancia entre nosotros. No me gustaría presionarla o qué se yo, hacerla sentir incómoda. Por eso, elijo quedarme quieto en mi lugar y no decir nada, sólo admirando el paisaje frente a mí y escuchando el tranquilizador sonido del agua que choca con la orilla, antes de seguir su curso por el río.

Vaya que es una escena muy pacífica, sin embargo, no consigo relajarme por completo. Ninguno de los dos hablamos ni hacemos el intento por dirigirnos la mirada, tan sólo estamos quietos, con nuestras vistas fijas en las rocas. El abrumador silencio que nos rodea, tampoco es de mucha ayuda, ya que sólo vuelve aún más incómoda la situación. ¿O soy el único exagerado que lo siente así?

—Entiendo por qué te gusta tanto este lugar. Es un paisaje increíble y también te ayuda a pensar —comento, en un intento por disminuir la tensión en el ambiente.

No obstante, mi táctica no funciona como yo lo esperaba; Madi no responde de inmediato y eso, hace que termine soltando un pesado suspiro.

—¿Qué haces aquí, Eithan? —Por fin, su voz aparece, sólo que la seriedad con la que habla, basta para helarme la sangre— ¿Qué no te habías ido?

Auch. Debo admitirlo, eso dolió.

No sé si sea mi instinto de estupidez adolescente... o si en realidad, ya es mi idiotez normal, pero aunque intento portarme de manera formal, lo cierto es que se me hace casi imposible y las ganas de jugar un poco con ella, terminan ganándome la batalla.

—Ese era el plan, ¿sabes? —inicio, con una leve sonrisa dibujada en el rostro— Alguien me hizo una increíble propuesta para quedarme aquí.

—¿En serio? ¿Qué clase de "propuesta" fue esa? —Es casi imposible no notar la curiosidad que tiene por saber más, lo cual me hace reír un poco.

—No puedo contarte. Es un secreto —murmuro, consiguiendo que ruede los ojos con cierto fastidio—. Sólo diré... que fue una chica quien me lo propuso.

Aunque se esfuerza por disimularlo, desde aquí, puedo ver como su cuerpo se tensa, señal de que también está algo incómoda con la situación. O quizás, fueron mis palabras las encargadas de provocar esa reacción en ella. Sea como sea, lo cierto es que me divierte un poco verla así. Admito que me siento mal por jugarle esta clase de bromas, pero no importa, porque estoy dispuesto a aceptar los golpes que quiera darme cuando termine con mi historia.

—¿Ah, sí? Con que una chica... —murmura, apenas entendible.

—Sí, una chica. Me la encontré hace dos días. Se veía increíble, ¿sabes? —afirmo, sin dejar de sonreír. Claro que no perderé la oportunidad de ver como se sonroja. Creo que es la imagen que más me gusta de ella— Ella dijo que sería increíble si yo regresaba a vivir aquí, así que... decidí tomarle la palabra.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 29, 2024 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

¿Otra Vez Tú? © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora