Una casualidad

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Lan XiChen llevaba en esta tierra 1879 años con tres meses una semana y dos días. Había visto la caída del mundo del cultivo, había visto el nacimiento de la sociedad moderna pero no había vuelto a ver a sus hermanos jurados.

Vago por el mundo de norte a sur, de este a oeste buscándolos sin poder verlos de nuevo, Nie HuaiSang había renacido, Jin ZiXuan y Jiang YanLi lo habían hecho también, todos aquellos incluído Jin GuangShan volvieron al mundo una y otra vez pero no Nie MingJue, no A-Yao.

Actualmente vivía solo en una vieja cabaña en las afueras de la ciudad, había conseguido ocultarse del mundo en algunas ocasiones, habría creído que el tiempo en reclusión era suficiente para acabar con todo lo que dolía en su corazón.

Pero no, su cultivo se guardo a si mismo volviendo su núcleo inquebrantable, cuando por fin salió de su meditación aislada, el mundo había cambiado radicalmente, no sabía cuántos años habían pasado, pero ahí estaba su hermano y su amante.

Con ropa diferente y un peinado totalmente diferente también.
Ellos se lo dijeron, habían pasado quinientos años en ese momento, tuvo que aprender nuevas cosas, maneras diferentes de tratar con las personas y lo logró,

Pero eventualmente los recesos de las nubes fue abandonado, su dìdi y su amante se fueron lejos a viajar por el mundo una vez que se aseguraron que él estaría bien.

Y el hizo lo propio, ahora estaba listo para caminar entre la gente, una nueva búsqueda se hizo necesaria, quería encontrarlos, pedirles perdón, aún cuando ellos no lo recuerden.

Sus pensamientos abrumaron su mente mientras caminaba por las calles de Shanghái cuando chocó de frente con una persona haciéndola caer al piso.
Enseguida sacudió la cabeza y miró abajo.

Un chico de como diecinueve años, delgado, castaño estaba revisando sus manos, Lan XiChen enseguida se puso en cuclillas.
- Lo siento mucho, es mi culpa, ¿estás... -
Sus palabras se quedaron en su garganta al reconocer ese rostro.

- No sé preocupe, solo es un raspón, también es mi culpa -
El chico alzó la mirada y sus ojos conectaron con los suyos.
Ese ámbar lo conocía, el chico bajó la mirada y frunció el ceño.

Lan XiChen también bajó la mirada, sus manos tenían sangre, como aquel último día que lo vió... demasiada sangre.
Sacudió la cabeza, no quería recordar eso ahora mismo, lo tomó del codo izquierdo.
- Oh, no, no, estoy, bien, yo puedo ponerme de pie sólo -

Alguien llegó corriendo.
- A-Yao, mi niño, ¿qué pasó? -
Lan XiChen no reconoció a la mujer, ella lo tomó y lo puso de pie mientras negaba con el rostro preocupado.
- Mā, estoy bien -
Su voz era cansada.
- Porsupuesto que no, tienes sangre, necesitamos ir al hospital ahora mismo -

Lan XiChen interrumpió.
- Puedo llevarlos, tengo un auto -
Solía rentarlos para pasear por la ciudad, la mujer y A-Yao voltearon a verlo, la nariz de A-Yao comenzó a derramar sangre, la mujer sacó un pañuelo de su bolso.
- Sí, por favor -

Meng Yao negó.
- No es necesario, solo son dos calles, puedo caminar -
La mujer se mostró molesta.
- Tu harás lo que yo te diga, ahora sube al auto y mantén el pañuelo en tu nariz -
Sus invitados subieron a la parte trasera y Lan XiChen los vió por el espejo.

A-Yao era tan igual en esta vida como en la anterior, su cabello era corto, sí, pero su rostro era el mismo, aunque había algo que no le gustó a Lan XiChen, estaba pálido, tan pálido y frágil.

Llegaron al hospital y la madre de A-Yao corrió a buscar una enfermera la cual volvió rápidamente con una silla de ruedas.
- Mā, no estoy así de mal, puedo caminar -
Sin embargo cuando dió el primer paso casi cae, Lan XiChen se lanzó enseguida para detener su caída y A-Yao lo miró sorprendido.

Angel inmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora