CAPÍTULO 03

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Sebastian

Noche de acampada


Relajo mis músculos. No debería estar pensando de esta forma. Es totalmente inmoral sentirse atraído por la hija adolescente de tu mejor amigo. Soy una mierda.

De repente Chris y Scar entran al agua.

—¿Qué tal Seb, aprovechando el sol? —pregunta Chris. Asiento.

Intento aparentar la mayor normalidad posible y cuando siento que ya tengo las fuerzas suficientes como para volver con Blair lo hago. Sé que vamos a estar solos, pues conozco a Chris y sé que quiere pasar un rato a solas con Scar.

Me despido de ellos. Salgo del agua comprobando que no hay nada fuera de lugar y me dirijo hacia Blair. Está tumbada boca abajo en la toalla. Lleva los auriculares puestos y un libro descansa a su lado.

Haciendo el mínimo ruido posible, me acerco a ella y le aparto el libro para que no le moleste. Observo la portada. Es el rostro de un hombre atractivo. Lo abro por la página en la que hay colocada un post-it y comienzo a leer.

"Ella empezó a jadear. Quería más y yo estaba dispuesto a dárselo. Una, dos, tres, fueron las embestidas necesarias para hacerla correrse por toda mi polla."

«Joder»

Blair estaba leyendo un libro erótico. El pensamiento de ella tocándose en su habitación mientras lee estos libros inunda mis pensamientos.

«No puedes pensar estas cosas Sebastian. Tiene diecisiete años

Mi subconsciente tiene razón. No puedo pensar así. ¿Qué pasaría si se entera? O peor aún, ¿qué pasaría si se entera Chris? Lo más probable es que me mataría y me enterraría en un agujero en medio de la nada.

Sin darme cuenta, Blair se ha despertado. Sus ojos se enfocan en los míos y puedo notar su mirada de pánico. Quizás es porque todavía tengo el libro abierto entre mis manos.

—¿Has leído algo? —pregunta casi en un susurro. La miro en silencio y decido que la mejor manera de llevar esta situación es añadiendo humor.

—Sí, ¿qué guarradas lees, no? —Blair se sonroja. Me río un poco y me acerco a abrazarla.

—No te avergüences, sabes que conmigo puedes hablar de lo que sea. De hecho, quiero tener esa confianza contigo.

«Sebastian Stan, ¿qué acabas de decir?»

—Realmente a mi también me gustaría —confiesa. —No tengo ningún amigo hombre de mi edad con el que tenga la suficiente confianza como para contarle todas mis cosas. Y tú siempre has estado ahí y sé que no te vas a burlar de mí —. La miro con ojos de cordero.

—Ya sabes que puedes contarme lo que sea

Inmediatamente se acerca a mí y me abraza. Le devuelvo el agarrón y ambos nos quedamos en la misma posición durante unos segundos.

—Y qué, ¿te ha gustado lo que has leído? —pregunta de la nada.

Ahora el que se pone nervioso soy yo. Obviamente me ha gustado. Aunque no realmente por el contenido, sino por las imágenes que ha desbloqueado en mi oscura mente.

—Por supuesto, ¿qué esperabas de un pervertido como yo? —la miro seductoramente.

Ella me devuelve la mirada y reprime una sonrisa mordiéndose el labio. La tensión sexual acumulada en el ambiente se puede cortar con una tijera. Sus dientes siguen mordiendo sus carnosos labios. Labios que se sentirían muy bien en según que partes de mi cuerpo.

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