Blair
Amargo final
En cuanto llegamos a la comisaría, nos separan. A Seb se lo lleva un policía que no tiene muy buena pinta y a mi una chica que parece algo más maja que el otro. Camino hasta una sala blindada. La mujer me pide que tome asiento. Obedezco.
—Sabes por qué estás aquí, ¿verdad? —Asiento. No es muy difícil saberlo.
—De acuerdo. Quiero que sepáis que dentro de lo que cabe, habéis tenido suerte —. La miro extrañada —. La denuncia por escándalo público ha sido retirada. Ahora solamente os enfrentáis a la posesión ilegal de drogas.
Me alegro pero no lo muestro. En las películas lo primero que el abogado le dice a su cliente es que no muestre sus emociones, y como no sé si es verdad que ayuda, lo hago por si acaso.
—¿Cuántos años tienes? —Me siento orgullosa de decir dieciocho. Si esto pasa un día antes, me podría haber pegado más de un año en un reformatorio.
—¿Y por qué lo haces? Eres una chica jóven, y por quién es tu padre, tienes la vida solucionada.
Ya estamos con el mismo tema de siempre. Estoy cansada de que me digan que mi vida es fácil debido a mi padre. Obviamente ya lo sé, pero no por ello quiero vivir de ello. Si he tomado esta decisión, es porque yo lo he querido. Y punto.
—Tienes derecho a una llamada y a un abogado. Tienes cinco minutos.
Rápidamente voy al teléfono y llamo a Scarlett. La primera persona a la que debería informar es a mi padre, pero si le digo que estoy en una comisaría por poseer drogas, igual me deshereda y me echa de casa. Scar no se lo va a tomar mejor, pero es más fácil de dialogar con ella.
—¿Sí? —responde al otro lado de la línea.
—Soy yo, Scar. Necesito tu ayuda. Estamos en la comisaría y necesito un abogado. No le digas nada a mi padre por favor.
—¿¡Cómo!? ¿Qué hacéis allí? —Suspiro, a ver cómo se lo digo.
—Nos han pillado con sustancias no demasiado legales. Por favor, guárdate la charla para otro momento, ahora no tengo tiempo.
La policía me quita el teléfono y cuelga la llamada. Espero que Scarlett me ayude y no le diga nada a mi padre.
Me vuelvo a sentar en la silla y espero. Probablemente ahora me metan en una celda para que no me pueda escapar. A ver si con suerte, me encierran en la misma que Sebastian.
Esposan mis manos y me llevan por unos pasillos estrechos. Parecen las comisarías de las películas. Por el camino, escucho varios gritos. Parece que dentro de todas las comisarías de Italia, esta es de las más conflictivas.
Finalmente me sueltan en una celda con dos personas más. Ambas tienen pinta de mafiosos chungos. Uno es un hombre rapado lleno de tatuajes. El otro es más jóven pero tiene cara de que en el primer callejón que pilla te corta la vena yugular. Rezo para que Seb venga conmigo. Una jóven e indefensa chica como yo es un caramelito para estos dos hombres.
Unos minutos después, parece que Dios ha escuchado mis súplicas, pues el policía que se había llevado a Sebastian lo está trayendo de nuevo. Me acerco a la celda desesperada y escucho que los dos hombres de detrás se ríen.
Cuando Sebastian me mira, veo que tiene un ojo morado y el labio partido. Me llevo la mano a la boca y le pregunto qué le ha pasado. Él no dice nada y me da un abrazo.
—¿Qué ha pasado? —pregunto de nuevo. ¿Ha sido el policía?
—Nos hemos encarado —dice seguro de sí mismo. Me llevo las manos a la cabeza.
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Ingobernable
FanfictionBlair Evans es la única hija de Chris Evans. Blair tiene 17 años y una idea muy clara en la cabeza. Desde hace unos meses, Blair no ha podido sacarse de la cabeza al mejor amigo de su padre, Sebastian Stan. Ella sabe que es prácticamente imposible...