CAPÍTULO 14.

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Blair

Unos vienen y otros se van

Como era previsto, no duermo en casa. Después de haber tenido semejante encuentro sexual, Seb quiere cuidarme y mimarme toda la noche. Ambos nos tumbamos en el sofá con unas palomitas a nuestro lado. Hemos decidido que vamos a ver una película, una de Leonardo DiCaprio concretamente. Aunque él no está muy de acuerdo, pues sabe que Leo es uno de mis mayores crushes. Después de él, obviamente.

—¿Podemos ver Titanic? —pregunto entusiasmada.

—Ni hablar. No es negociable —. Rompe mi ilusión —. ¿Por qué?

—Me niego a ver la escenita del vapor. Además esa película la has visto más de diez veces —. Escucho un leve tono de celos. No obstante, tiene razón. Habré visto Titanic alrededor de quince veces sin exagerar.

—¿Entonces qué quieres ver? —pregunto agotada. Elegir película es una de las cosas que más odio en este mundo. Nunca estamos todos de acuerdo y siempre se riñe.

—He pensado que igual es mejor dejar la tele de lado y montarnos nuestra propia película —insinúa con tono coqueto mientras sus manos me acarician el abdomen peligrosamente.

—Acabamos de follar Sebastian, date un respiro —. Las ganas de este hombre son incansables. Estoy empezando a pensar que, dejando las bromas de lado, igual sí que es ninfómano.

Vuelvo a tomar el control del mando de la televisión. Si no nos hemos puesto de acuerdo todavía, no lo vamos a hacer, así que decido poner la peli que me apetezca, que en este caso es Resacón en Las Vegas. Es mi comfort film.

—¿Enserio? ¿Bradley Cooper? —se queja pero no le hago caso —. Cállate y mírala.


La voz de Sebastian hace de despertador. Al abrir los ojos me doy cuenta de que estoy en su habitación, lo que significa que en algún momento de la noche me quedé dormida y me trajo hasta aquí.

—Despierta niña, tienes clase —. Lo había olvidado por completo.

Estoy a punto de proponer algo pero ni siquiera puedo terminar la frase. Sebastian tiene una respuesta clara, y es no. No puedo volver a saltarme clases.

Cruzo la carretera que divide mi casa y la suya. Si voy a ir al colegio, tengo que darme una ducha y cambiarme de ropa. Al entrar, saludo a mi padre y a Scarlett. ambos están desayunando las típicas tostadas quemadas de mi padre.

En un abrir y cerrar de ojos entro en la ducha. Las primeras gotas de agua fría chocan contra mi piel y envían leves escalofríos directamente a mi cuerpo. Intento demorarme lo menos posible, pues no tengo demasiado tiempo.

Después de vestirme, me despido de mi padre, de Scar y de Seb, que acaba de venir a nuestra casa como la mayoría de las mañanas. Corro hasta la parada de bus. Ahí me encuentro con varios conocidos que me saludan.

Subo al bus y empiezo a buscar a Sum entre todos los asientos. Cómo no, está sentada en la penúltima fila. Y a su lado hay un sitio únicamente disponible para mí. La saludo. Seguido, me siento a su lado.

El camino hacia el instituto se me hace un poco más largo de lo normal. Quizá es porque la mayoría del viaje he estado peleando con mis párpados para que no se cerrasen. A pesar de que he dormido bastante, siento que no.

El profesor entra saludando con su voz más amigable, esa que solo se puede escuchar en las primeras horas cuando todavía no ha reñido con nadie. Saco los libros pero no hago ni el más mínimo caso. Mientras explica la página correspondiente, mi cabeza está pensando en cosas indebidas.

IngobernableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora