CAPÍTULO 29.

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Sebastian

Vida de vicios

Sus palabras me rompen, y aún más sabiendo que todo eso es por mi culpa. La abrazo y para mi sorpresa no pone nada de resistencia. ambos nos quedamos en silencio. Aún no sabe la verdad, y quiero que la conozca cuanto antes.

—Déjame explicarte lo que pasó, necesitas saber la verdad —. Suspira. En su cabeza todavía sigue la idea de que le fui infiel con Jennifer.

Comienzo a contarle paso tras paso lo que pasó. Cuando recuerdo el momento del beso, agacha la cabeza. Está claro que le sigue doliendo. Sigo con la historia y finalmente le cuento lo de Antonella. Para que compruebe que la conversación no es falsa, le dejo mi móvil para que lo compruebe con sus propios ojos.

Al verlo, varias lágrimas caen por su mejilla. Rápidamente y con sumo cuidado las seco, odio verla llorar. Espero a que hable, supongo que tendrá muchas cosas en su cabeza que decir.

—Seb... Yo... Lo siento mucho —. Son las únicas palabras que pronuncia antes de abrazarme de nuevo.

Sentir sus brazos alrededor de mí de nuevo me da tranquilidad y paz mental. Por fin todo vuelve a ser como antes.

—Te amo Blair. No quiero que nos separemos nunca, ¿me escuchas pequeña?

Asiente y me abraza de nuevo. A pesar de que todavía sigue bajo el efecto de la marihuana, se nota que está mucho más feliz que antes.

—Te he echado mucho de menos. Ayúdame a salir de esto por favor —. Llora en mi hombro. Quiero ayudarla, pero no sé si va a ser una buena idea ya que yo también estoy en la misma situación.

—Lo haré mi vida, no te preocupes por nada —digo intentando sonar lo más convencible posible.

Mientras sigue pegada a mis brazos, saco el móvil de nuevo y busco en mi correo electrónico un e-mail de confirmación. Abro la pestaña y se lo enseño. Son los billetes para Roma. Los mira con los ojos abiertos sin poder creerlo.

—Sebastian... Te amo mucho —. Esta vez en lugar de abrazarme, me besa. Anhelaba sus labios más de lo que alguien puede llegar a imaginar.

—Solo hay un problema, y es tu padre. Supongo que seguirá queriendo matarme, sobre todo si se ha enterado de que ahora en vez de ser infiel, soy drogadicto.

Ella ríe, pero la situación no es graciosa. Si antes Chris no quería ni verme, ahora mucho menos. Por mucho que se entere de que la infidelidad ha sido un malentendido, él seguirá sin aceptar nuestra relación. Menos aún si sabe que ambos tenemos problemas con las drogas.

—No importa, tendré dieciocho años y podré decidir yo misma —. Ahora sonrío yo.


Tres días después, la alarma del móvil suena. Gruño. Me doy la vuelta y ante mis ojos veo la escena que hacía unas semanas que no veía. Blair está dormida a mi lado. Tiene el pelo enredado y la sábana solamente cubre su precioso y perfecto culo.

Me acerco a ella y susurro lentamente que es la hora de despertar. En unas horas sale nuestro avión a Italia y no lo quiero perder. Mientras trata de abrir los ojos, voy a la cocina y saco la tarta y el regalo que escondí ayer a las tres de la mañana después de haber tenido uno de los mejores polvos de mi vida.

Voy a la habitación y comienzo a cantar el cumpleaños feliz. Ella se tapa la cara con la almohada, está muerta de vergüenza por mi voz angelical mañanera. Dejo la tarta en la mesilla y le doy un beso en los labios.

—Felicidades amor mío —. Hasta yo me sorprendo de lo cursi que puedo llegar a ser.

Tras levantarnos, ambos entramos a la ducha, aunque por separado. No queremos entretenernos y perder el avión. Después de estar ya preparados, ayudo a Blair a cerrar las maletas. No tengo claro que la vayan a dejar subir tanto peso en el avión.

IngobernableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora