Voy por el monte, los caminos se han convertido en senderos, me invade el perfume de la frondosa vegetación, predominante de pinos y encinas, los matorrales están secos, hacen de funda térmica para las pequeñas hormigas, escarabajos, cochinillas, ciempies, todos en su hábitat natural bajo los pedruscos, que aguardan humedad y en el caminar, voy soportando el intenso calor, encontrando en mi trayecto, hilos de algunos riachuelos, me refresco en sus aguas cristalinas, salto en mi andar entre el espeso follaje, con un frondoso arbolado, con variedad de pequeñas aves en sus ramas, con murmullos inacabables de su piar.
Al caminar entre altibajos de relieve, observo variedad de pequeños animales terrestres, como conejos en torno a sus madrigueras, ratones de campo por los hierbajos del suelo, ardillas que corren por tierra y árboles.
En el equilibrio visual natural, me he integrado, formando parte de ello, llegando a la conclusión, que dentro del mundo artificial, hemos creado los humanos un desencajado orden urbanístico, trazado de impactos continuos medioambientales, haciendo poblaciones de hormigón, arrasando montañas, trazando carreteras, creando desertización por la deforestación, ausencia de control de consumo, haciendo desaparecer lo que permaneció siempre, con consumidores con exceso de bienestar y gran parte con hambre y miseria, demasiados vehículos contaminantes, productos derivados del petróleo tóxicos para el medio ambiente, permitiendo los gobiernos esta situación, para beneficio de sus intereses económicos, sustituyendo lo natural, que nos hacia fuertes por lo artificial que nos hace vulnerables,.
Hemos implantado el desplazamiento de lo natural, por lo artificial, desde un origen natural, creando entornos de adaptación.
La vida de los humanos, ¿Es orden? Es una huida de la lógica, donde los principales promotores son los que crean su interés personal, para su propio beneficio, estableciendo de forma artificial, los reglamentos sociales de la existencia del capital .
El equilibrio del bienestar común, está en el trueque o correspondencia de valores, como hacen los animales del monte en su habitat natural, donde cada especie se mantiene a través de sus propias necesidades sin destruir, desplazar o crear mundos artificiales, simplemente para continuar la existencia, sin destruir la ajena.
«Las aguas que las desvían de su cauce, tarde o temprano, terminan por su curso natural».
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La Línea Paralela
RandomRelatos de Reflexión - Escritos de Amor - Felicidad y Sentimientos