Tuvo que apañárselas cuando sacó a Nico, a escondidas, de su casa. Lo envolvió con unas mantas y le pidió que guardase silencio mientras lo llevaba a cuestas hasta la vieja carreta de la señora Betty. Al fin y al cabo, la pobre mujer no la iba a echar en falta.
Lo preparó todo para largarse no más tarde de las tres de la madrugada y así evitar llamar la atención de sus vecinos; estos ya empezaban a cuchichear al no ver al pequeño, pasados cinco días. A Maddison se le estaban terminando las excusas. Había sopesado mucho su decisión, pero había terminado por determinar que ya no era seguro estar en Sinx.
Tras una pequeña escapada al mercado negro, para hacerse con algo de provisiones y anular todos aquellos encargos que aún tenía pendientes, Robert, logró sonsacarle la razón de su repentina partida. Estaba desesperada y no sabía muy bien cómo manejar la situación. No tenía a nadie en quien pudiera confiar, pero sabía que él no los iba a delatar; existía un código de honor entre ladrones.
Tal y como le había indicado Robert, si lograban llegar más allá de las Montañas de Hosk tendrían la oportunidad de desaparecer sin dejar ningún tipo de rastro y tras un tiempo, caerían en el olvido.
Nadie sabía con certeza que tierras se hallaban fuera del límite o tan siquiera si existían, pero Robert estaba seguro y no soportaba que nadie tratara de llevarle la contraria; además, se rumoreaba que había sanadores especializados al otro lado.
—¡Te digo que sí que existen! —le espetó como si fuera una niña pequeña. Acto seguido se pasó las manos por el cabello pelirrojo; a Maddison siempre le había parecido un color de lo más singular.
—¿Y cómo puedes estar tan seguro si no las has visto con tus propios ojos? —intentó refutar ella.
Maddison era escéptica: lo que no podía comprobar por sí misma, para ella, se convertía en una fantasía.
—Conocí unos tipos que me dijeron que había curanderos muy buenos. Se dirigían hacia allí la última vez que los vi. Y cuando volvieron estaban completamente sanos... Aunque se hicieron los tontos cuando les pregunté —aseguró él.
—Eso no quiere decir nada, Robert. Podrían haberte embaucado.
Maddison se cruzó de brazos y se mostró reacia.
—Si no lo intentas, el pequeño morirá. Y a ti, te matarán por encubrirlo. Te tengo demasiado aprecio como para permitir que eso suceda.
Sus palabras la dejaron sin aliento. Por ello, fue capaz de reconocer, en aquel instante, que necesitaba largarse antes de que ninguno de sus vecinos la denunciaran. Traición o justicia; la palabra variaba según quién contaba la historia y de sí se trataba del damnificado o del denunciante. Pero los casos habían incrementado gravemente y se culpaban los unos a los otros, sin importar si era verdad, sospecha o mera venganza. Era, básicamente, como una caza de brujas.
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La ladrona y el cuervo [Completa✔️]
FantasyLa soledad, la supervivencia y la pobreza convirtieron a Maddison en una hábil ladronzuela capaz de realizar el más sutil, silencioso e inadvertido hurto. Ella no tiene apellido, título, ni padres y aun así consigue alimentar al pequeño Nico, el cua...