Capítulo XIV: Primeras impresiones - Parte I

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Parte 1

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Parte 1.

Cuando salió de la casita de Tera, pudo respirar un aire tan puro que incluso se sintió extrañamente mareada. La naturaleza envolvía la pequeña cabaña, que parecía estar situada en medio de la nada. Lo único que se veía era árboles, flores y arbustos. No se escuchaba nada, absolutamente nada, menos el canto de los pajarillos. Una suave brisa hacía llevadero la intensidad del sol, que brillaba en lo alto del cielo azul, sin que una nube lo adornara.

La joven se preguntó dónde estarían todos los demás; Raven le había contado que eran una comunidad bastante grande. Por ello, se había imaginado que los residentes de Crixross debían vivir afincados con las paredes de sus casas prácticamente rozándose, así como sucedía en el resto de Ethova, donde era tal la magnitud de la población, que la gente vivía apelotonada.

También se preguntó dónde estaría Nico y por qué tardaba tanto la abuela en traerlo con ella. Empezaba a impacientarse, así que decidió caminar un poco, sin alejarse demasiado por si volvían; necesitaba calmar su corazón y apaciguar sus ansias.

Empezó a seguir el camino, maravillándose de la paz y del silencio. Era parecido a lo que había sentido en las Montañas de Hosk, pero el ambiente era distinto. No solo era la calidad del aire... eran los aromas, los colores y las sensaciones. Era algo indescriptible.

Se vio tan enfrascada en sus pensamientos, que cuando se dio cuenta, se había alejado demasiado. Maddison paró en seco y decidió que era hora de volver sobre sus pies. Pero de repente, un grito irrumpió la calma y la alertó; alguien pedía ayuda y no tenía duda alguna de quién se trataba. El corazón se le desbocó.

—¡Nico! —gritó al reconocer su voz.

Sin pensárselo dos veces, corrió siguiendo el sendero, buscando desesperadamente su voz. Terminó atravesando unos árboles y se topó con una gran laguna. Esta, reflejaba los rayos del sol, como si contuviera gemas preciosas en sus aguas cristalinas.

Al otro lado, Nico se encontraba tirado en suelo, con un joven lobo, de pelo rojizo, a cuestas; forcejeaban. Tras unos segundos, que le parecieron eternos, el pequeño logró zafarse del animal y se levantó.

Cuando Maddison consiguió mirarle el rostro, se quedó estupefacta; no había una expresión de terror dibujada en su cara, sino una sonrisa de oreja a oreja. «Se ha vuelto loco», pensó ella.

—¡Nico! ¡Aléjate de ese animal! —le pidió horrorizada.

El pequeño giró su rostro y al verla, se quedó de piedra por momentos; tenía los ojos bien abiertos, al igual que su boca, y parpadeaba con rapidez.

—¡Maddie! —exclamó, dándose cuenta de que no estaba soñando.

Sus ojos se iluminaron cuando le pidió que se acercara donde se encontraba. Hizo su demanda sin miedo; no parecía estar preocupado por la cercanía del lobo. Pero Maddison lo había oído pedir ayuda momentos antes.

La ladrona y el cuervo [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora