Llevaban tres días en misión de entrenamiento en las Montañas de Hosk. A pesar de que la última Phyrgar conocida se remontaba ciento treinta años atrás, no existían registros precisos sobre sus poderes o habilidades, lo que lo complicaba todo. El único legado que había dejado era una profecía enigmática y la esperanza de que su descendiente hubiese vivido.
A pesar de ello, Raven se esforzaba por instruirla. Las montañas habían resultado un terreno perfecto, dado que estaba plagado de criaturas y peligros y por ello, la población no se atrevía a cruzar sus murallas.
Maddison podía explorar sus poderes, sin miedo de hacer daño a nadie y con la esperanza de lograr cazar algo para la cena. Aunque esta última parte también había resultado un tanto compleja y Raven, la mayoría de las veces, terminaba por encargarse él mismo.
Los dos jóvenes entrenaban de sol a sol, con dos únicos descansos en los que aprovechaban para descansar el cuerpo y la mente y para comer algo. Sus conversaciones se habían resumido en órdenes por parte de Raven y quejas por la suya. El resto del tiempo llenaban las horas de incómodos silencios.
A veces, el cuervo parecía querer decir algo. Pero tan pronto como abría la boca la volvía a cerrar. Era prácticamente como si fueran dos desconocidos. Y Maddison se encontraba tan enfadada, avergonzada e incómoda que era incapaz de pronunciar palabra alguna.
Era imposible pretender que aprendiese a controlar sus poderes en una semana, pero era cierto que sus habilidades habían mejorado un poco en aquellos tres días; ahora era capaz de extraer el fuego casi al momento y de invocarlo en menos tiempo si lograba concentrarse.
Y era aquella parte la que más trabajo le daba, pues Raven seguía poniéndole los pelos de punta. Su cercanía lograba acelerarle el corazón y, por el contrario, cuando se alejaba bruscamente o cuando lo observaba en silencio mientras dormía, este se le estrujaba.
—Invoca el fuego y aguarda a mi señal —le susurró.
Ambos se encontraban tendidos en el suelo, detrás de unos arbustos. Por los huecos que dejaban las hojas y las ramas, la joven podía observar un león de montaña. Aquel animal que tanto la había aterrorizado en su primer encuentro, ya no le producía ni cosquillas.
La joven cerró los ojos y contuvo la respiración, se centró en las puntas de sus dedos hasta que empezó a notar el calor.
—Más rápido —le indicó Raven a su lado.
Maddison frunció el ceño, molesta; era su forma de darle órdenes la que la sacaba de quicio. Pero decidió apartar sus sentimientos y centró toda su energía en lograr que el calor pasara a toda su mano.
Una vez logrado, sin poder evitar sentirse orgullosa, volvió a abrir los ojos y miró de reojo a su acompañante, esperando una señal.
—¡Ahora! —gritó.
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La ladrona y el cuervo [Completa✔️]
FantasyLa soledad, la supervivencia y la pobreza convirtieron a Maddison en una hábil ladronzuela capaz de realizar el más sutil, silencioso e inadvertido hurto. Ella no tiene apellido, título, ni padres y aun así consigue alimentar al pequeño Nico, el cua...