Capítulo XXVI: El soplo

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Al salir, Maddison tuvo que subirse al caballo de Raven, a pesar de notarlo frío y molesto

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Al salir, Maddison tuvo que subirse al caballo de Raven, a pesar de notarlo frío y molesto. Pero incluso sin comprender por qué se había querido arriesgar a dejar con vida a Krosm, Raven le susurró que todo iría bien.

—Vamos a un lugar seguro —le prometió rozando su muslo con suavidad. Maddison se estremeció con su contacto.

Junto a los tres desconocidos, cabalgaron toda la noche. Los ojos se le iban cerrando. Abrazada a la espalda de su compañero, se dio el lujo de descansar la mente y centrarse en escuchar el sonido de las pisadas de los caballos sobre la tierra, rocas y ramas, de las zonas montañosas de Zerel, como una melodía monótona.

Transcurrió unas cinco horas, hasta que por fin hicieron parar los caballos. La joven salió del trance, sintiendo cada parte de su cuerpo pesadamente dolorida y claramente agotada. Estaban en medio de la nada, a oscuras y rodeados por árboles y montañas.

—¿Por qué paramos? ¿Qué ocurre? —se asustó.

—Hemos llegado —le informó su compañero antes de desmontar.

Gentilmente, la ayudó a hacer lo mismo y los tres individuos lo siguieron. A la expectativa, Maddison esperó, observando a su alrededor, sin entender muy bien dónde se suponía que habían ido a parar.

Entonces, reparó en las irregularidades que presentaba el suelo. Eran sutiles, pero alguien acostumbrado al mercado negro, sabía dónde mirar. Al verlos acercarse al lugar, supo que sus ojos no la engañaban, por muy cansada que se encontrase.

Dos de los misteriosos hombres que habían ayudado a Raven a rescatarla se agacharon al suelo y con sus manos lo limpiaron, de tierra y hojas. Tras la ardua tarea que les ocupó unos pocos minutos, finalmente, lograron desenterrar la trampilla, ingeniosamente oculta.

—Vamos, tendrás muchas preguntas. —Raven le tendió una mano; Maddison le sonrió.

—Ni te lo imaginas.

Con cuidado y con su ayuda, se puso de espaldas y empezó a descender por la escalera oculta en la trampilla. Raven iba en cabeza, junto a uno de los individuos. Los otros dos se quedaron a la retaguardia; el último cerró la trampilla y los dejó completamente a oscuras.

Las manos de Raven la buscaron a tientas y, al encontrarla, la rodearon por la cintura.

—Alarga un poco más el pie y llegarás al suelo —le susurró.

Maddison hizo exactamente lo que le había dicho: a tientas y con cuidado, tocando al fin tierra firme, agradeció que, por una vez, su torpeza, no la hubiera traicionado.

Todo seguía a oscuras. Los túneles se le hicieron realmente estrechos; las manos de Raven siguieron en su cintura, aun cuando bajó, y pegó su espalda contra su pecho. Con su aliento en el cuello, esperó impaciente, con la piel erizada.

La ladrona y el cuervo [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora