—Ajá, ¿Te rechazó y más nada? —preguntó Mina.
—Sí, nada más, no intentó ni siquiera tocarme. Y está bien, no quiero que sea una depravada que me obligue a hacer cosas, pero se veía tan...
—¿Dura? —interceptó Nayeon. Chasqueé los dedos y asentí con la cabeza—. Oh, vamos, Jennie, no todo el mundo caerá a tus pies como Jackson o Lia.
Con la mención de Lia, mi cabeza se levantó y choqué miradas con Nayeon.
—Lia es diferente a Jackson —contesté.
Jisoo rió, —¿Diferente? ambos babean por una persona que no tendrá, Somos tus amigas, Jendeuki, y te conozco lo suficiente como para saber que no quieres a ninguno de los dos.
Y sí, no los quería, pero me hacía bien tenerlos a los dos babeando por mí. Alimentaba mi ego.
—Lia es una chica dulce —comenté.
Todas se miraron, —¿Estás de broma? —dijeron las tres al unísono.
—Es cierto —respondí—. Ella se ve una buena chica.
—La ilusionas —dijo Mina.
—No, simplemente ella me ayuda con las tareas, eso no tiene absolutamente nada de malo.
—¿Y que sientes por la tal Lisa esa? ¿también te ayuda con la tarea? —se mofó Nayeon.
—Ella me rechazó, nadie nunca hace eso, debe estar para cuando yo quiera, a la hora que yo quiera y en el momento que yo quiera —dije con una rabia interna la cual quería estallar pero con Lisa enfrente—. Es una estúpida.
Mina me miró con los ojos entrecerrados, —Ya veo. Te rechazó y ahora te ensañaste con ella.
—Es algo así —dijo Jisoo.
—Lisa caerá al igual que todos, no será la excepción a nada —Jisoo que estaba acostada en mi cama se sentó en esta.
—¿Qué quieres lograr? que tío la mate al igual que hizo con Kai, Jennie.
Tanto Nayeon como Mina permanecieron en silencio, ellas sabían lo que pasaba o lo que había pasado. Era un secreto entre nosotras.
—No me importaría...
—La deseas sexualmente —aclaró Mina—. Claro, es eso.
—Te rechazó y desde ahí te prendió una mecha, algo que no apagarás con nadie que no sea esa misma chica —esa fue Nayeon.
—O con Lia —dijo por lo bajo Jisoo.
—No —negó Mina—. Lia es un pan dulce, una mermelada de fresa, un bizcocho pasado de azúcar —arqueé las cejas—. Pero... Lisa no, porque si es como vimos en sus fotos... —se mordió el labio y se lanzó hacia atrás en la cama—. ¡Quiero que me pegue, me embaracé y me abandone!
Jisoo lanzó una carcajada al igual que Nayeon, pero a mi no me causó ninguna gracia.
—Si Lisa no es mía, no será de nadie. Lo siento, amiga, pero esta vez tendrás que buscar a alguien más.
Bien lo dije, como que me llamo Jennie Kim, ella caerá a mis pies.
***
LISA.
—Madre mía, pega un poco menos fuerte, joder, Roseanne —me quejé, apartándome—. ¿Qué tienes en esos guantes? ¿Piedras?
Me quito los míos lanzándolos a un lado.
—A esto y más es que te vas a enfrentar —se puso en posición pero yo negué secándome el sudor de la frente—. Tienes que ser fuerte.
—Joder, tus golpes me han dejado tres huesos rotos, mis amigas preguntarán que carajos me pasó en cuanto me vean —miró el moretón que se habíá formado en mi brazo—. Es el tercer día y parezco tu saco de boxeo personal.
Roseanne tenía una fuerza bastante ya desarrollada, y la chica tenías años en esto. Nada la había sacado-según me contó ella- de sus rutinas, no tuvo distracciones. Pero coño de la madre, me estaba haciendo pure, no sé que diablos quería que aprendiera en tan poco tiempo. Me arreglé el flequillo que pegada con mi frente de lo sudada que estaba.
—Tienes que aguantar esto, no te hagas la débil, sabemos que no lo eres —dijo como si me conociera de años, se comenzó a quitar los guantes—. Kim Min-ho hace pasar a todos por una prueba antes de ponerlos a trabajar.
Mi respiración se fue normalizando, —¿Cómo es eso?
Roseanne era de esas mujeres que te miraban como si te quisieran cocinar, odiaba que le preguntaran tanto y eso lo había descubierto los últimos tres días; intentaba entablar una conversación con ella, pero cada que intetaba pasar del: ¿Cómo estas? me lanzaba miradas fulminantes las cuales me hacían callar.
—Deja de hacer tantas preguntas, Lalisa —dijo, usando ese tono de voz agrio.
—¿Por qué? quiero decir: serás mi ex, es justo y necesario que tenga anécdotas contigo, por lo menos —alcé los hombros.
—No tienes que saber todo de mí —comenzó a ordenar las cosas del Gimnasio—. Y si sigues te juro que para la próxima no la cuentas.
Tragué en seco. Roseanne era una mujer muy linda. Ojos grandes mejillas regordetas, hasta podía decirse que parecía una ardilla. Unos ojos azules pero muy azules, si te fijabas bien hasta podías ver tu futuro en ellos, un cabello rubio y largo. Pero fría, no le gustaba ni siquiera saludar, cada que llegaba se situaba en un lado a solas para así prepararse.
Y aunque yo no era chica de sacar conversación, con ella sí me daban ganas de conversar. Pero éramos casi parecidas, su manera de comportarse era muy similar a la mía. Tanto así, que yo también odiaba que me preguntaran.
Roseanne se fue a una esquina para quitarse los zapatos de practica y colocarlos a un lado, desde yo estaba y tomando una botella de agua, la miré. Bajé la botella y le sonreí a lo que ella solo rodó los ojos y se dirigió a las duchas.
—Chica difícil —musité—. Creo que lo mejor sera que me vaya.
Me preparé para irme, tomé mi moto y la puse en marcha para ir directo a mi departamento. En cuanto llegué, lancé las cosas sobre el mueble.
—¿Bambam, Yuna? —me pasé la mano por el cuello—. ¿Dónde se metieron estos dos?
Era costumbre no encontrarlos, esos dos locos paraban siempre más en la calle que en su propia casa; me mudé cuando tenía veinte años, desde hace cinco años que vivo sola. En la universidad conocía a Yuna y a Bambam, dos personas que por supuesto eran rebeldes y en sus casas ya no lo soportaban.
Y obvio, yo fui la buena samaritana que ofreció su hogar, nos dividimos los gastos de este y todo es mucho más fácil; no me incomodan, al contrario, ya me acostumbré a ellos, y será todo un reto dejarlos, porque lo más probable es que me tenga que mudar a la casa de los Kim, y todavía me pregunto el porque acepté esto tan tonto.
—Maldita sea, me duele hasta la existencia misma —me quedé cuando mi brazo tronó solo por moverlo—. Pobre del que esté con esa mujer.
Cuando mis padres se enteraron de lo que yo estaba pensando hacer, que no pasó mucho, solo dos horas porque mi padre vio como salían esas dos personas de la oficina; tuve que decirle, no podía ocultarle algo tan delicado, el sermón no fue para nada pequeño.
En eso también estuvo mi hermano menor, Joshua. Ese pequeño es el más cuerdo de la casa, y lo quiero demasiado, cuando me rogó que no me metiera en más problemas, le prometí solo una cosa.
—Mírame —le pedí a este, pasando mi mano por su cabello azabache—. Te prometo que esto es lo último que haré, después vendré a casa, y cuando eso pase, cocináremos juntos, solos tú y yo.
Y cumpliría esa promesa. Mamá sólo me deseó lo mejor porque sabía que nada ganaría retirándome el saludo. Papá por el momento no reacciona, dice que es una mala idea, pero si no me meto a esta misión, ese hombre seguirá destruyendo personas y familias. Lamentablemente esto no puede quedar así.
Y trataré de dar lo mejor de mí.
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Cuidado Con Sus Labios. (Jenlisa)
RomanceSer hija de uno de los narcotraficante más grandes de todo New York tiene sus ventajas pero también sus desventajas. Por lo mismo tanto Jennie Kim una noche, decide ir a una fiesta, pero termina sola y en medio de una solitaria avenida que muy pocas...