Capítulo 42.

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JENNIE.

—No, así no, baja con cuidado —me pidió Lisa, regañandome.

—No puedo creer que seas tan quejicas, estoy bajando despacio, Manoban —solté de golpe.

—No lo estás haciendo, te puedes lastimar, Jennie, y lo harás por no llevarte de mi consejo. Así que despacio —me tomó de la mano—. Así, ¿viste? no tiene nada de complicado.

—¿Dónde estamos y por qué no puedo ver? si me resbalo por estás escaleras y me rompo una pierna no la cuentas, Lisa.

Cuando dejamos atrás el globo aerostático- y la follada que dimos ahí- pues había llegado la noche, y Lisa me dijo que me tenía una última sorpresa la cual sí desconocía por completo- al igual que todas las otras- pero esta parecía ser más grande, porque ahora estábamos bajando por unas escaleras totalmente desconocidas para mí.

—Lisa, me caeré.

—Joder, que no, estate quieta, ya casi llegamos.

No se escuchaba nada, era todo como tan silencioso. Y no era muy fácil querer descubrir el lugar; cuando creí que ya habíamos llegado porque sentí el último escalón, no fue así.

—Ya casi, ya va, espera —me quitó las manos de los ojos, pero aún así no se veía nada—. ¿Estás Lista?

Es que era como la boca de un lobo, no estaba ni segura de si Lisa me estaba mirando, pero solo asentí, esperando que lo hubiera hecho. Me quedé expectante. Pasaron unos segundos en los cuales la intriga me estaba carcomiendo. Eso hasta que unas luces se encedieron. Muchas luces se encendieron.

Me llevé las manos a los labios, —Pero...

No podía creer lo que estaban viendo mis ojos, era toda una ciudad, pero parecía dividiva en tres. Tenía casas de cartón con ventanas las cuales iluminaban el lugar, unas eras más pequeñas y otras más grandes. Era hermoso; tenía maquinas de algodones de azucar, también comidas extrañas. Habían muchas luces de colores alrededos del scenario, cabe decir que era un muy gran escenario.

—Me dijiste que... —subió de un salto al escenario y se colocó de un lado—. Te gustaría viajar a Italia; y aquí tenemos cosas típicas de Italia, como la comida, espero que te guste, la hice yo... ¡Pero ven sube! —la sonrisa de mi rostro era tanta que me dolían los pómulos, subí con ella y me tomó de la mano—. De este lado tenemos a Paris.

Literalmente estaba la torre Eiffel, tenía luces muy hermosas, amarillas y blanca. Y al lado de esta estaba la comida.

—¿Qué es esto? —pregunté refiriéndome a la comida.

—Quiche Lorraine, ¿alguna vez lo has probado? —negué—. Es una tarta salada, está realidaza a base de huevos y nata, y aparte de eso; tiene otros ingredientes, huevo y carne. Ven por aquí.

Sacó unos globos en forma de corazón y un ramo de rosas detrás de la torre de pariz.

—Esto es para usted, Señorita, y... —lo tomé y fue a buscar otra cosa—. Nunca puede faltar la boina, es muy típica —me la colocó—. Y ahora estás preciosa, eso siempre pero definitivamente te luce mucho.

Sonreí, —¿Por qué todo esto Lisa? no lo entiendo, antes nos odiábamos y ahora haces todo esto...

Me tomó del rostro, —Porque te quiero —expresó—. Y creo que nunca te odié, bueno, un poco —reí—. Pero... es normal, odias a quien te hace sentir algo más que una amistad.

—No es típico.

—¿No? —se encogió de hombros—. Bueno, supongo que soy anormal.

—Fuera de cotorreo, todo esto que has hecho por mí —dejé los globos y las rosas a un lado—. Gracias... ha sido lo más hermoso que una persona ha hecho por mí, y te juro que no me sirven las palabras para decirte todo lo que está pasando por mi mente ahora mismo.

Cuidado Con Sus Labios. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora