Capítulo 9.

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—Y esta es tu habitación —Irene me dejó pasar a la habitación la cual era bastante espaciosa—. Espero que te sientas cómoda aquí, si encuentras algún incoveniente...

Lisa dejó sus maletas a un lado.

—Oh, no, me imagino que esta estará bien —metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón.

—Esta habitación fue ocupada con anterioridad por el antiguo guardaespaldas del señor; nadie más volvió a ocuparla —pude notar como en la mirada de Irene había un poco de nostalgia—. Obvio está en la parte de abajo por algo, los empleados tienen prohibido subir a las habitaciones. Hay un baño totalmente disponible en este pasillo. La habitación de la Señorita Roseanne se encuentra justo a dos puertas de la suya.

Asentí, —Muchas gracias, Irene —no pude evitar mirar la habitación por unos segundos más largos—. Pero...

—¿Qué? ¿Tiene algún problema? —se preocupó.

—No, es que quiero informarme sobre algunas cosas más que van ligadas a la casa —carraspeé. Me dirigí al closet el cual me demostraba lo espacioso que era, teniendo una puerta y bastantes sitios donde colocar mis cosas—. Es perfecto.

—Sí, el Señor dijo que eso se merecía su antiguo guardaespaldas, y es que le era muy fiel, y un buen amigo —la observé con curiosidad, era obvio que sabía mucho más de lo que demostraba.

—¿Usted tiene tiempo trabajando aquí?

Irene titubeó. Sabía un poco de todo esto, sabía que la mayoría de los empleados aquí -o más bien todos- tenían prohibido hablar sobre lo que escuchaban, veían o notaban en estas paredes. Todos eran sordos, mudos y ciegos cuando de los negocios sucios de Min-ho se trataba, por lo mismo, sabía que si a Irene se le escapaba algo, lo iba a tener que pagar con su vida.

O peor aún, con la vida de su familia, porque ellos siempre te golpean donde más duele. Por eso mismo, la detuve antes de que aquella chica de pelo oscuro y ojos grande hablase. No quería que nadie se metiera en problemas por mí.

—Lo siento, no debo preguntar eso; disculpame.

—Oh, está bien. Pero eres nueva, y me caes bien, por eso mismo te daré un consejo —pareció pensárselo—. No preguntes mucho, es mejor no saber todo.

Puse los labios en una fina línea.

—Está bien, gracias, Irene.

—Bien, pues me voy, tú puedes quedarte aquí, y cuando quieras vas a la cocina y comes algo, siempre estoy ahí, y ahora que tengo una nueva acompañante, todo será mas fácil. ¿Se conocen desde hace tiempo?

Vale, la chica era un poco curiosa.

—Es mi Ex —expliqué.

Su boca se abrió, —Oh, yo... lo lamento, a veces soy muy

—¿Curiosa? —terminé por ella.

—Si, un poco mucho.

Agité mi mano, restándole importancia.

—No te preocupes, no es sorpresa, así que tomatelo con calma. Roseanne y yo nos llevamos bien, supongo que si no fuera así no hubiésemos buscado trabajo juntas —subí una de mis maletas a la cama—. Gracias por esto, y por explicarme un poco.

—Sí, pero tendrás que salir, te espera Rigoberto, él te enseñará más que yo.

—¿Y por qué no lo haces tú?

—Porque yo me encargo de la cocina, en realidad, es él quien debería estar haciendo esto, pero pues por asuntos que tenía que resolver, hoy lo tuve que hacer yo.

Cuidado Con Sus Labios. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora