Capítulo 28.

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JENNIE. 18+

—Acuéstate —ya no era la misma Lisa de hace un segundo, sus pupilas estaban sumamente dilatadas y mi coño chorreaba a su espera. Me acosté en su cama y me mordí el labio inferior, esperando a por ella—. La primera regla —fue a por algo a un cajón y volvió con unas esposas de cuero rojas—. Obedéceme. Soy tu amo, tu dueña, tu cuerpo me pertenece.

—Lisa... —jadeé cuando me apretó las esposas.

—La segunda es que —otra vez fue a buscar algo más, cuando regresó en sus manos había una cinta negra—. Escojas una palabra de seguridad, la que tú quieras. Una que sea corta y con la cual yo me pueda detener en el momento que sientas que me estoy propasando. Elige, Jennie.

Mi nombre salió de manera tan sensual de su boca. Mis pezones estaban erguidos y se morían por ser mordidos y chupados por los labios de Lisa.

—Sexo —dije con seguridad.

—¿No quieres otra? —negué—. ¿Estás segura?

—Dijiste la que yo quisiera, y esa es la que yo quiero —dije con algo de rudeza.

Lisa sonrió de lado, —Me gustas así. Pero puedo apostar que me gustarás más cuando estés de espaldas recibiendo mis azotes —llevó la cinta a mis ojos y los cubrió, impidiéndome así, ver algo—. Lo tercero es que: te comuniques conmigo, Jennie. No temas, si quieres que te coma el coño, que te chupe un pezón, tu pídelo, de eso se trata esto, de tener confianza. No me temas.

—Ajá —no podía ver, pero sabía que tenía que estar mirándome fijamente, tratando de descifrar algo en mis facciones.

No puedo creer que vaya a ocurrir.

—Te pregunté lo siguiente: ¿Estás dándome la autorización sobre tu cuerpo? —asentí—. Respóndeme, Jennie —joder, ese tono tan autoritario.

—Sí, Lisa. Te la estoy dando.

—Respetaré tus límites, sé que es tu primera vez, no quiero que salgas corriendo, no quiero que huyas, no quiero que me temas. Si me dices la palabra de seguridad o hasta que pare, lo haré. No intentaré ir más lejos —sentí sus dedos acariciar mi rostro—. Pero Jennie, esto es así, es fuerte. Lo que desconozcas me lo comunicas, inmediatamente te lo diré, no importa el tiempo que tome.

Me sentí comprendida a la hora de comenzar en lo sexual, era la primera persona que se preocupaba tanto por mí al momento de comenzar. Lisa me acariciaba la mejilla con delicadeza y dejaba uno que otro beso por donde pasó sus dedos, haciéndome enternecer. Definitivamente, Lisa no perdía su esencia a la hora del sexo.

—Está bien, Lisa.

—Y... —sentí su respiración muy cerca de mi oído, cosa que me hizo estremecer—. Soy tu ama, no tienes a otra persona, sólo a mí. Soy la única esta noche, Jennie. No comparto, ¿me entiendes?

Perdida en el sonido de su voz, lo único que pude hacer fue asentir.

Y todo fue silencio, nada se escuchó de fondo, pero no me preocupé, eso hasta que una mano rodeó mi cuello y sentí volar.

—Te cubrí los ojos porque eso activará tus otros sentidos, como el olfato —colocó cerca de mi nariz algo que olía a canela, un aroma de poco olvidar—. Tu oído —mordió el lóbulo de mi oreja. Gemí—. Y tu gusto —abrió mis labios con su lengua y metió la lengua hasta dentro—. Rico.

A pesar de yo no entender lo que pasaba y tampoco ver lo que iba a hacer; no me sentía intimidada, por alguna razón sentía que esto ya estaba dentro de mí. Me sentía tranquila y en calma.

—Quiero que me conozcas, porque esto será para eso, Jennie, para que me conozcas —comunicó. Tomó mi mano y sentí como la colocó sobre su piel desnuda, o la piel de su estómago—. Tócame. Conóceme sin verme, quiero que sepas que soy yo, quiero que me reconozcas, que extrañes mi piel.

Cuidado Con Sus Labios. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora