Capítulo 29.

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LISA.

Miré a Jennie desde la puerta de mi habitación, jugaba con mis dedos, estaba asustada, era algo tonto. Pero definitivamente el miedo estaba ahí, y era tan real, joder, había estado con la hija de mi jefe. Si se llega a enterar, olvídate de tu futuro.

Gruñí. ¿Por qué tengo que limitarme a sentir?

Jennie se encontraba boca abajo, tenía la cara a un lado, con el cabello regado en toda la almohada, mis sábanas de satén cubrían la parte baja, pero su espalda estaba totalmente descubierta, permitiéndome deleitar con la mirada. Había sido suave con ella, no quería lastimarla, sabía que era su primera vez por ese lado. Con ella era diferente, mi cabeza parecía un trompo, daba demasiadas vueltas cuando de Jennie se trataba.

Y pasé la mejor noche de mi vida con ella, porque me gustaba tanto que no me importaba mi placer, me daba exactamente igual, con besarla y hacerla sentir bien yo tenía de más. No era normal lo que sentía con el sólo verla dormir, no era normal sentir aquella sensación; Jennie no sólo era sexo, era mucho más que eso.

Paseé por su cuerpo, la vi en su máximo explendor, me encantó. Era perfecta en todos los sentidos; perfecta y hermosa.

Esta se movió en la cama, soltando un gemido, estiró su mano, no pude evitar sonreír cuando me di cuenta de que me estaba buscando. No abría los ojos, pero si buscaba desesperadamente mi cuerpo, así que avancé y me tiré en la cama, sacándole un susto.

—¡Hija de...! —gritó del susto. Solté una carcajada—. Vete a la mierda.

—Muy temprano para estar diciendo esas palabras, Señorita Kim —esta se puso de costado para mirarme a los ojos, asimismo, yo imité su acción—. ¿Descansaste bien?

—Ajá. Tu cama es muy cómoda —se estiró, se puso boca arriba y yo me apoyé de mis codos para así poder verla mejor—. Y tú también.

—Dormiste sólo una hora sobre mí, ya las demás fue cruzada en la cama; duermes pesimo, Kim.

Esta me dio un golpe juguetón en el brazo.

—Tonta —se estrujó los ojos.

Es increíble como una persona puede verse tan bien al tan sólo abrir sus ojos. Como sus mejillas rosadas le dan un toque tranquilo, como sus pestañas eran tan largas, el como sus labios se veían hinchados al igual que su cara. Como su cabello estaba despeinado pero eso le daba un toque sexi y salvaje, como me revolvía todo, como de tan sólo mirarla y escuchar su voz, me daban ganas de... debes alejarte, Lisa.

Me senté en la cama con un semblante neutral, esta me miró con extrañeza al notar lo rápido que se había borrado mi sonrisa.

—Creo que tienes que cambiarte, Kim. Te llevaré a tu casa. Puedes usar un cepillo que tengo en mi baño, o darte una ducha y tomar ropa mía, como gustes —y sin mirarla a la cara, salí de la habitación.

Cuando estuve en la cocina, tomé le sushi que por cierto, había estado en la puerta toda la noche, creo que no escuchamos al repartidor y este se fue. Lo tuve que echar a la basura dado que ya no servía, pero de igual forma, no soy fanática de este. A lo que Jennie salía, preparé algo de café. Estoy llevando las cosas demasiado lejos.

Ella es hija de mi jefe, uno que detesta que los empleados se fijen en su hija, ¿qué me hace creer que seré la excepción? y odio; odio limitarme, no me gusta, pero con Jennie tiene que ser así. Con ella pasé la mejor noche de mi vida, pero tiene que ser la ultima.

—¿En qué tanto piensas? —su voz me sacó de mis pensamientos. Cuando la miré, esta se encontraba con el pelo húmedo, una sonrisa de oreja a oreja, y mi camisa junto a un pantalón corto, cabe decir que tenía mi gel, cosa que me ponía débil y más si era viniendo de ella—. Estás en un viaje astral.

Cuidado Con Sus Labios. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora