—Mira, esta es mi guardaespaldas, Lia. Se llama Lalisa —la castaña apuntó a Lisa, la cual se había quedado mirando de manera interrogativa a la Lia.
—Mucho gusto —Lia le tendió la mano, amablemente, pero Lisa tardó en tomarla.
No era que desconfiara de ella -bueno, sí, desconfiaba de todo aquello que se acercara a Jennie-. con algo de dureza, tomó la mano de aquella chica. Lisa se le quedaba mirando; intentaba descifrar algo en aquellas dos muchachas. El porque Jennie era tan amable con ella, quería como leer sus mentes.
—Mucho gusto, Señorita —dijo de manera formal.
Quería evitar las tardanzas, así que simplemente se limitó a abrir la puerta del coche y dejar que ellas dos pasaran dentro. Al momento de estar conduciendo, no podía evitar mirar hacia atrás por el retrovisor y ver con la familiaridad que se trataban en serio parecían conocerse desde hace tiempo. Ese era le pensamiento de Lisa.
La castaña reía con ella de una manera natural, no era forzada ni mucho menos exagerada, porque por un momento se había olvidado por completo que era Lisa quien conducía.
Con Lia se la pasaba bien, hablaban sobre como había sido su fin de semana, de cuales eran sus hobbies. Lia era una buena compañía para Jennie, porque gracias a eso esta podía mantenerse con los pies sobre la tierra, y ser más humilde, Lia sacaba esa pequeña parte de Jennie.
Y eso no pasó de largo ante los ojos y oídos de Lisa, ella sabía perfectamente que la castaña no estaba actuando como normalmente lo hacía. Y tenía también una clara relajada. Sencillamente, estaba siendo ella y una persona totalmente diferente y hasta nueva.
Eso para los adentros de la pelinegra, no era un dolor significativo, o eso se decía ella. Que no le importaba, pero incluso casi se salta un semaforo, por más que intentaba convencerse a sí misma de que aquello no le estaba afectando en lo más mínimo; su corazón decía que no era así; que no le gustaba ver como la castaña estaba tan pegada a la otra.
Pero no eres nadie, Lisa. Nunca sabrás que se siente ser amada por una persona como Jennie.
Lo que ellas tenían era algo fuera de lo normal, ya ninguna de las dos sabían si era odio, rencor, o sencillamente unas ganas tremendas de arrancarse la ropa entre sí.
Porque Lisa ya no se lo negaba más, tenía una frustracción muy grande sexualmente hablando, nada lograba satisfacerla, por lo menos no de la manera que ella quería. Y cuando veía a aquella morena, sencillamente su pulso se aceleraba y le daban ganas de arrancarle la ropa y hacerla suya, sin dejarla apartarse de su lado, hasta saciar su sed.
Soñaba con ella, y de ahí Lisa sacó la conclusión de que no era normal aquello. Pero no podía, esos labios estaban prohibidos para ella.
Lisa parqueó el coche en el parqueó de la cafetría y corrió a abrirles la puerta a las dos chicas. Por un momento, los ojos de Jennie y ella tropezaron, y Jennie sintió como esa sensación volvió, una que estaba evitando desde la mañana. Movió un poco su cabeza, apartándola, y volvió a la conversación con Lia.
Lisa cuando vio a aquellas dos chicas entrar y seleccionar la parte de la ventana, no quiso moverse de ahí, sinceramente, no quería ni despegar la mirada de ellas dos. Más que nada de Lia, sentía que esa chica no sólo quería ser amiga de la castaña; el como la miraba era una prueba absoluta de ello. Esta era tímida, y siempre dándole su espacio a Jennie, cosa que parecía gustarle.
Lisa tomó el aire suficiente para no entrar en una etapa que ella misma se desconocería. Jamás le hizo una escena de celos a Sana, y no comparaba situaciones ni a aquellas dos chicas, dado que si se ponía a hacerlo, Jennie le ganaba por mucho a aquella.
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Cuidado Con Sus Labios. (Jenlisa)
RomanceSer hija de uno de los narcotraficante más grandes de todo New York tiene sus ventajas pero también sus desventajas. Por lo mismo tanto Jennie Kim una noche, decide ir a una fiesta, pero termina sola y en medio de una solitaria avenida que muy pocas...