Capítulo 16.

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Cuando Lisa se había despertado en la mañana, su cabeza dolía mucho a pesar de no haber tomado ni un grado de alcohol, y fue por el simple hecho de que a pesar de no haber tomado, si sé quedó pensando la mayor parte de la noche, mientras Irene descansaba a su lado, envuelta en sus sábanas.

Había optado por quedarse mirando el techo de su habitación sin deseos ni ganas de hacer nada, pero su trabajo tenía una hora, por lo mismo tanto se tuvo que parar e irse a bañar. Y mientras hacía todo eso, por su mente pasó ese momento exacto en el que estuvo con Irene, y en el cual igual que siempre tuvo que controlarse un poco dado que casi ninguna mujer con la que ha estado, sabe realmente sus fetiches y gustos.

La única en su momento que llegó a saberlo fue Sana, y cuando se adentró a ese mundo, intentó por todos los medios que esta no saliera lastimada; dado que siempre se quejaba, así que lo tuvo que dejar, volviendo al sexo cotidiano y aburrido- para ella y en su caso- no es que fuera la loca de los látigos, pero le iba eso más que nada.

Se paraba a pensar si algún día encontraría a alguien; sí, pero a una persona que no pensara en el mañana, que se dedicara a vivir sólo el hoy con ella, que le molestara la sola idea de pararse de la cama un domingo por la mañana. Que cuando esté frente a personas la siga queriendo, que cuando estén a solas, salgan disfruten y que la siga queriendo, y que cuando estén en la cama se olviden del respeto, que se demuestren su amor como sólo ellas dos saben.

¿Algún día encontraría algo así? Lisa no lo sabía, pero si pudiera ver el futuro, sería algo que sin duda querría saber.

Cuando salió de la ducha, notó que ya Irene no estaba en su cama, cosa que agradecío. Era conocida por no hablar de como hacía estado con una mujer o de como se había sentido. Detestaba a muerte hacerlo, ni con amigos, ni con nadie. Sentía aquello una invasión a la privacidad ajena.

Por lo mismo tanto, siempre que hacía algo, era a escondida de Bambam y Yuna; aquellos dos personajes eran muy curiosos y siempre que notaban que la pelinegra llegaba tarde, salían como hurones.

Lisa los extrañaba, por eso, en cuanto tuviera tiempo, saldría a visitarlos.

Se sentó en la cama para terminar de colocarse sus botas, se quedó unos segundos ahí, pensando en todo y en anda a la vez. En como miles de cosas pasaban por su mente, pero al mismo tiempo se frizaban en ella y dejaba de pensar.

Pronto llegaría el momento de ir a la cocina, así que no lo hizo mas tardió y salió. Inmeditamanete lo hizo, se topó con una Rosé asustada, la cual parecía tener veinte ojos encima. Lisa frunció el ceño, se sentó en uno de los taburetes de la cocina y se dedicó a mirarla.

Esta se comía las unas, se quedaba en el aire, y sencillamente hasta había veces en las que Lisa sentía que dejaba hasta de respirar.

—¿Te sucede algo? te veo como... —hizo una seña señalando la cara de Rosé—. Algo sudada.

—Lisa... —Rosé se apoyó de la isla.

—¿Qué sucede? ¿Encontraste algo sobre la investigación?

Negó, —Mira... esto, yo no quería, bueno, en su momento tampoco me quejaba.

Y sí. Era la primera vez que veía a Rosé casi que temblando, con los sudores rodando por su sien y titubeando. Esta no era la Rosé que conocía.

—¿Qué te sucede? ¿hiciste muchas pesas en el Gimnasio de la casa? —bromeó Lisa, tomando una manzana y dándole una mordida.

—Me acosté con Jisoo.

Lisa soltó el pedazo de manzana mordido. Tanteó con la mano hasta que dio con las servilletas y con los ojos abiertos como platos, secó su mentón. Se quedó en silencio unos muy largos segundos, procesando la infomación ya que esta parecía ser mucha. Abrió y cerró la boca unas cinco veces, tomó aire unas dos, y se le quedó mirando y desviando la mirada unos dos o tres segundos. Y seguía sin procesarlo porque se había quedado sin Wi-Fi.

Cuidado Con Sus Labios. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora