Capítulo 30

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En cuanto sonó la campana que marcaba el fin del turno diurno, los prefectos se disponían a llegar al portón de las habitaciones Luna, antes que los estudiantes.

Ya habían pasado 2 semanas desde que la sede de los cazadores había colapsado y reaparecido esa noche, cuando el Rey de los vampiros había sido atrapado.

Sayori aun seguía sin saber nada de defensa personal, pero Agnes y Zero acordaron en crearle una pulsera especial para que pudiera protegerse en caso de un ataque. Normalmente Sayori Wakaba usaba a Zero como mensajero para enviarle cartas y regalos a Agnes, para subirle el animo y que no se deprimiera por estar siempre encerrada dentro de la sede, y esto a Zero le encantaba, aunque fingiera estar fastidiado de ser un mensajero, él aprovechaba la oportunidad para ver a Agnes.

— Por favor, atrás de la linea. Gracias! — ordenaba Wakaba con timidez, afortunadamente le agradaba casi a todos sus compañeros y obedecían sin problema. Mientras que con el prefecto Kiryuu no se atrevían si quiera retarlo por el miedo que imponía.

En cuanto el portón del dormitorio Luna se abrió, la primera en salir fue Yuuki con su cabello corto y con la insignia de comité disciplinario del turno nocturno.

A pesar de estar con ideas totalmente diferentes, Zero y Yuuki realmente habían hecho las paces, no olvidaban su rol en los distintos bandos donde estaban, pero poco a poco recuperaban esa hermosa amistad que tenían hace un año y medio.

Agnes por su parte colaborada codo a codo con su mentor, el presidente Cross y con Yagari Touga, diseñaba y planificaba las nuevas armas de los cazadores, ademas contribuía a los primeros auxilios y enfermería. Aun no llegaba a caerle bien a ninguno de los cazadores, por sus mentiras anteriores, sin embargo, necesitaban su ayuda y aprendían a tolerarse.

Cuando caía la noche, junto con otros cazadores rodeaban la Asociación para evitar ataques a las instalaciones. A veces Kaito iba antes de que llegara Zero y le pedía el informe a Agnes. La vampira sabia perfectamente que Kaito no tenia porque pedirle informes solo a ella, así que solo lo ignoro como el viejo rabo verde que se estaba haciendo. Y, curiosamente, durante el día, ella en pequeños ratos libres bajaba a la celda de Kuran Kaname a visitarlo.

Improvisadamente Agnes había armado un tablero de ajedrez con algunas tablas rotas y con las piedras de los escombros armo los peones, torres, alfiles, caballos, todo lo necesario para tener una partida de ajedrez.

— Sabran que vienes aquí. — dijo no muy animado Kuran Kaname mientras movía un peón sobre el improvisado tablero.

Agnes estaba sentada frente a Kaname, miraba con determinación el tablero de ajedrez.

— Ya lo se. — dijo a secas la vampira albina con un rizo en su rostro. Cuando movio una torre le cedió el turno a Kaname.

— ... Estas molesta. Casi siempre eres tu la que habla. — dijo con tono serio pero amable el ancestro Kuran.

— Vaya, entonces no me ignorabas cuando hablaba.

— Me disculpo por mi bajo animo al responder aquellas veces, pero te recuerdo que me "confiscaste" mi corazón.

— No seas llorón, yo pude regenerar uno nuevo en cuestión de días.

— Un sangre pura o ancestro, siquiera un vampiro común, nadie es capaz de lograr eso. — dijo Kaname mientras movía una pieza de ajedrez.

Esta respuesta le sorprendio tanto a Agnes que movio la fea mesa, casi tirando el tablero de ajedrez.

— ¡¿Nadie?!

— Aguarda, tiraras las piezas.

— ¿De verdad nadie?

— Asi es.

La verdadera Reina de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora