Epílogo

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Aun sueño con ese beso último beso y la nieve en su rostro. Y cuando despierto, estoy tirada en la costa de London con mis alas empapadas de agua de mar y arena hasta mi cabeza.

No tengo fuerza siquiera para levantarme, quiero que la marea me arrastre y me lleve de vuelta a Nipon. Pero no podía.

Volvía llorar a cantaros ahí tirada en la arena sin importarme nada.

— Otra vez aquí. — mi abuela, la diosa Hekate se sentó a un lado de mi sin aplastar mi ala. — Que sucias estas.

— Quiero estar sola.

— Ya lo estás querida, de lo contrario no estarías triste todo el tiempo o no serias sonámbula.

— No quiero compañía.

— Tarde o temprano tenías que abandonar todo ese teatro tuyo. — dijo mientras acariciaba parte de mis alas.

Mi abuela no dijo nada más y se quedó conmigo. Yo seguí llorando otro año más en la misma playa. La misma de London en la que llegue después de esa despedida.

La verdadera Reina de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora