Captítulo 4

44 3 0
                                    

El apuesto Ancestro tomaba su abrigo, y mientras se lo ponia, Yuuki Kuran lo miraba con tristeza.

— Me seguiras visitando?

— Si no hay demasiados pendientes, seguire viniendo. — dijo con indiferencia.

— Y dime, — entonces la hermosa sangre pura se pone delante de Kaname para que no se fuera,— por que vas a verla?

— Necesito hablar con asuntos importantes, no es nada.

— Puedes hablarlo conmigo, he mejorado en mis estudios y comprendo mucho mejor los temas relevantes.

Kaname sonrio ante la ingenuidad de su amante, solo le acaricio el rostro y le dejo un tierno beso en la frente.

— Lo se, y sigue esforzandote. Pero debo hablar con mi esposa.

Esa ultima palabra dejo a ambos con un sabor amargo. Sabian muy bien lo que hacian, pero no estaban dispuestos de alejarse del uno del otro.

— Buen viaje. — dijo Yuuki con amargura. Su amado de ojos rojizos y cafés camino hacia la gran puerta y salió.

En cuanto subio al auto empezo a meditar perfectamente lo que tendria que decir, porque el consideraba a su esposa como una inestable mental, pero ahora con las revueltas en las ciudades lejanas necesitaba de su colaboracion y presencia como su Reina. Debian trabajar unidos... Pero sobre todo, en el ultimo mes caia en su conciencia el arrepentimiento de sus ultimas palabras respecto a su preferencia a Yuuki, y de lo drástico que había sido.

Cuando llego a la mansion, entro apresurado temeroso de que llegara Akane antes que el.

— Bienvenido mi senor. — respondio el mozo.

— Esta mi esposa?

— No... No mi senor, ella partio esta manana.

— Bien. Suban esto a nuestra habitacion. — detras de el estaba ozuna joven moza vampira que llevaba una caja grande blanca. El mozo asintio y le ayudo a la vampira.

Mientras Kaname observaba como subian las escaleras la servidumbre con la caja y demas, distinguio nuevos olores y presencias distintas. Incluso la casa se sentia con otra energia. No era sofocante ni olor a sangre como era recordada la mansión Kuran.

Mientras Kaname estaba perdido descifrando quienes habian armonizado su hogar, sintio la presencia de Akane detras de el, con distancia obviamente. Con lentitud se giro a sus espaldas.

— Me entregaron la carta, para que querias verme? — pregunto Akane con curiosidad, pero mantenia la compostura y su frialdad a su marido.

Ella lucia un lindo vestido corto color rojo, con mangas largas y sueltas, con cuello alto y un delicado moño sencillo del mismo color, le hacia resaltar su cuello y su menton, y en conjunto unas botas negras, largas hasta sus muslos. No habia notado que habia adelgazado mas de lo usual, pero aun asi se veia hermosa.

Kaname no pudo evitar sonreir por ella, pero trató de ocultarlo, el queria hablar seriamente.

— Creo que es mi culpa que no me saludes primero. — respondió Kaname con una leve sonrisa, aunque más bien parecía una mueca de tristeza.

— ¿Cómo dices?

— No importa... Queria hablar contigo. En serio. No es nada malo. — Kaname se acerco a su esposa albina, intentando tomarle de la mano, pero ella rapido la quito y en su lugar se acomodo su rizado cabello detras de su oreja.

— Esta bien, pero antes. Debes saber una cosa.

Kaname solo asintio y la llevo a la sala para charlar. Ambos tomaron asiento y entonces ella le explico la situacion con Cross Kaien, del descontento de la falta de contacto y mensaje para los cazadores de London, y de como trajo a 10 ex-humanos para las pruebas medicas.

La verdadera Reina de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora