Abandonar el teatro

27 1 0
                                    

*Lili*

Aún me sentía bastante mareada después de haber recuperado mi memoria. Las veces que intenté pararme me caí de cara al suelo, por lo que Zero decidió encontrar un lugar mejor para "acampar", si se podría decir.

Mantenía mi vista en el cielo nocturno mientras escuchaba a Zero prender fuego. Ni siquiera podía girar mi vista porque todo me daba vuelta.

Cuando aún creía ser Agnes O'Brien contemplaba el cielo pensando si las estrellas se estaban apagando o era mi imaginación. Ahora lo sé, pues era yo que se estaba apagando al no recordar quien era, dejarme apagar.

Ya no importaba, sé quién soy. Las estrellas dentro de mí nunca volverán a apagarse. Y mientras hacía esa nota mental, vi como los astros empezaron a brillar, con tanta fuerza como no se había visto antes.

En ese momento recuperé más fuerza, sentía como emanaba poder de mi, poco a poco el poder divino que había estado reprimiendo volvía.

— Aún estás mareada.

Intente girar hacia la voz de Zero. Muy diosa y todo pero seguía mareandome con solo girar la cabeza. Y el suelo dio vueltas.

— Tal vez si bebes algo de sangre te sentirás mejor. — dijo el cazador mientras se arrodillaba junto a mi y se descubría la manga.

Le sonreí levemente y tomé su mano con delicadeza. Con algo de trabajo me senté y traté de sonreír de nuevo pero las ganas de vomitar provocaron una mueca en mi rostro. Recargue mi frente contra mis rodillas para no volver a recostarme.

— Sigues igual, recuéstate.

Reí por lo bajo.

— Me cuidas como a una niña... Pero no lo soy.

— Que bueno que no. Serías más terca y más insoportable. — respondió, haciéndome reír pero al hacerlo sentí una horcajada lo que me obligó a inclinarme hacia adelante, hubiera jurado que iba a vomitar pero sólo hacía las horcajadas.

Él, amable y atento, acariciaba mi espalda y me detenía el pelo.

Mierda

— Tranquila, respira... Respira, lo que tengas tendrás que sacarlo.

Mierda, mierda.

— Estoy bi... — otra horcajada, pero no escupía ni vomitaba nada. Se me revolvía el estómago. No era por haber recuperado la memoria, tampoco por el poder divino que estaba despertando.

— No hay problema si vomitas.

Mierda, mierda, mierda.

— Zero, en verdad, estoy bien. — respondí algo cortante y con la voz áspera. No era nada físico, era...

— ¿Qué es entonces?

Mierda, mierda, mierda, mierda, no. Esto...

— Esto es culpa mía.

— ¿?

— Ignorame, sólo... Regresa a la Academia, a la Asociación, donde quieras, pero...

— ¿De qué hablas? ¿Por qué culpa? ¿Y por qué quieres que me vaya?

Tome aire antes de sentir otra horcajada, me levante de despacio y me giré a él.

— No lo sé Zero... — reí irónicamente tratando de no llorar de impotencia. — Es decir, mira lo que he provocado, todo lo que provoque. Lo que te hice pasar. Lo que te hago hacer.

— No me estás obligando a nada.

— Influí en todo... En todos... ¿Qué hubiera pasado si no hubiera llegado aquí? Tal vez tendrías algo mejor...

La verdadera Reina de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora