Capítulo 18

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Nadie se atrevía a decir una palabra, la hermandad sabía perfectamente que cuando Akane se enojaba, era mejor que se le pasara el coraje. Aunque no sabían exactamente que lo había empezado, si el ver a Yuuki, el chismorreo o la hipocresía del presidente Cross.

— Chicos. — suspiró irritada Akane y volteo a verlos. — Los estoy escuchando.

— Nadie ha dicho nada. — dijo cohibido Aiden.

— Por el espacio tan reducido podría escuchar hasta lo que piensan las bacterias. — Akane no quiso viajar sola en la limusina, se le hacía un desperdicio de auto para solamente ella, así que insistió en viajar con su hermandad. — Lo siento, Aiden. No debí responderle así.

— Está bien. Ya pasó. — sonrió con gentileza el chico.

Cuando Akane iba a seguir disculpándose el auto se desvió de camino. Regresó su malhumor.

— ¿Qué no sabes conducir idiota?

— Lo siento Akane-sama. Kaname-sama me pidió que la llevara a la mansión.

— ¿Ahora tambien vas a servir al idiota de mi marido? — levantó la voz enfadada.

— Hey, está bien. Ya no te enojes, quizás es otra cosa. — dijo Ivy nerviosa.

— No lo es. — recalcó el 'No' la vampira albina.

— Lo siento mi señora, son órdenes. — contestó el chofer cohibido mientras tomaba otra dirección. — Kaname-sama fue muy claro.

Por supuesto, el infiel esposo lo había pedido, pero Akane no quería ir a la mansión. No quería llevarse la sorpresa de que Yuuki ahora viviera ahí, y Akane lo pensó mejor y quizás tampoco le sorprendería eso. Pero no tuvo más remedio que resignarse.

Cuando llegaron a la entrada de la mansión, el auto parco y uno de la servidumbre le abrió la puerta a la albina.

— Será mejor que esperen aquí.

— Lili por favor. — suplico Luka.

— Descuida hermano. — giro a sus espaldas la labina y después volvió a mirar al frente. — No lo dejaré vivo si intenta tocarme un cabello. — su voz se tornó un poco áspera, un extraño brillo apareció en sus ojos y la albina simplemente avanzó hacia las escaleras hasta entrar a la mansión.

— ¡Es precisamente lo que queremos evitar! ¡Que vuevas a pelear! — grito Luka desde el auto. Los demás ya habían bajado de la limusina.

— Sólo hay que estar en alerta. — recomendó Faye.

Akane entró a la mansión, la condujeron hasta una sala que fácilmente podría ser un salón de fiestas. En medio de la sala estaba Kaname.

— ¿Qué es lo que ocurre ahora? — dijo Akane desde el otro lado de la sala mientras se cruzaba de brazos.

— Tu comportamiento en la junta fue por nada aceptable.

— Aja, eso ya lo sé ¿Alguna otra novedad?

Kaname apretó su mandíbula marcando las sienes.

— ... Se decidió convocar a Zero. Como recomendaste.

— ... Bien. Después de mi fatal error creí que yo ya no tendría influencia en los cazadores... O en el Consejo.

— Tienes mucho más poder de lo que crees. — susurro Kaname.

— Bueno no necesito que tú me lo recuerdes, es decir, creo que tú deberías recordarlo...

— ¡Akane! ¡Callate por una maldita vez! — respiro profundo Kaname. — Tenemos que hablar, como marido y mujer.

La verdadera Reina de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora