CAPÍTULO 27

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8 AÑOS ATRÁS

"¿Por qué no sales con los amigos como la gente de tu edad?"

Un hueco.

"Antes sonreías más. Eras más feliz".

Otro hueco.

"Deberías esforzarte más. Esta nota no es suficiente".

Otro hueco.

"¿Por qué no sientes nada? Siempre estás ahí parada".

Otro hueco.

"No pensábamos que quisieras venir con nosotros. Siempre estás en tu casa sola".

Otro hueco.

"Mal. Lo has hecho mal".

Otro hueco.

"Recoge tu cuarto. Es que no haces nada, siempre te pasas los días en la cama".

Otro hueco.

"Deberías comer más. Estás muy delgada".

Otro hueco.

"¿Estás bien?"

Sangre.

Presión en el pecho. Hiperventilaba. No sentía nada. Solo agobio. Insuficiencia.

Desde que la chica de 15 años se levantaba a las siete tras haber dormido solo cuatro horas por los remordimientos, hasta que cerraba los ojos esperando que alguien abriese la ventana.

Un nudo en la garganta la acompañaba día y noche. Y con él, el deseo de pararlo todo. Parar el tiempo, y retroceder al instante en el que respiró por primera vez.

Ya no había sombras. Desaparecieron para la niña hacía tiempo porque se cansaron. Ahora preferían abandonarla para que ella misma se sumiese en su propia oscuridad, para que ella misma se destruyera.

Y funcionó.

Morgan se encontraba al final de la clase, sentada. La profesora repartía los exámenes de matemáticas. Cuando llegó su turno y la maestra se acercó a su mesa, le entregó el papel.

Suspenso. Como las últimas veces. En ese momento, ya no sintió nada.

-Esfuérzate más a la próxima. -chasqueó la lengua su profesora. - ¿Qué te ha pasado? Antes eras la alumna estrella.

-Nada. -respondió secante.

Y era verdad. No ocurrió nada. Un día la niña se cansó de llevar las riendas de la vida y dejó el control al tiempo. Permitiendo que el caos la invadiese por las venas de mientras que esperaba a que llegase algún milagro.

Respiró. Todo iba bien, se repitió a sí misma. Aunque sabía perfectamente que no era verdad.

Llegó la hora del recreo. Ya no eran infernales como antes. Solo se sentaba en un rincón y dibujaba sus sentimientos. Dibujaba una sombra en concreto que le causaba interés. Era la tentación del horror, la oscuridad que te arrebata el alma cuando se lo ruegas. El demonio encapuchado que te permite cerrar los ojos y respirar por una última vez.

Respiró. Suspiró. Cerró los ojos y se levantó.

En la tarde sus padres no estaban en casa. A menudo discutía con ellos. Y cuando lo hacía, se sentía culpable. Destrozaba a las personas que le habían dado una segunda oportunidad, a los padres que cualquier niño soñaría con tener. Ella pensaba, que era una enfermedad, un amuleto maldito que destruía todo lo que tocaba.

Comió lo primero que pilló y fue directa a su habitación para estudiar. Estudiar. O lo que intentó.

Primero pasó una hora sentada en la mesa sin entender nada. Luego tres horas. Cinco horas. Siete horas. Ya era de noche y las lágrimas abundaban en el ambiente.

"¿Por qué soy tan inútil? ¿por qué todo me sale mal?"

Llanto. Grito de auxilio. Pedía ayuda, pero nadie la escucha excepto una persona, una sombra sí la escuchaba.

Como las otras sombras ya no aparecían y a menudo esos moratones ya no existían, pensaba que los merecía. Así que su propia oscuridad se encargaba de que estuviera presente el dolor.

Fue a la ducha y se retiró lentamente la camiseta. En su vientre había un patrón, que tenía que continuar. Cogió el instrumente afilado y lo hundió en ella.

Una por inútil.

Otra por el examen suspenso.

Otro por no haber hecho nada durante el día.

Otro por haber comido poco.

Otro por no haber socializado.

Otro por haberle gritado a tus padres.

...

Y después de todo un color escarlata oscuro predominaba en su piel pálida. Posteriormente el agua como siempre calmó la situación. Le gustaba el agua, se sentía relajada sobre todo cuando recordaba esas tardes en el orfanato donde la lluvia la resguardaba del infierno.

La pregunta de la chica siempre rondaba en su mente.

¿Por qué nadie la escuchaba gritar cuando pedía ayuda? ¿Por qué nadie la entendía?

Y, sobre todo.

¿Cuánto tiempo más podría aguantar?

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A petición de Conchi, pongo esto de regalo que hoy estoy sensible.
Advertencia: si alguien se siente de forma parecida, o se siente igual de vacío o identificado. En serio, hablar. Es muy importante comunicar cómo os sentís a adultos, ya sabéis que no estáis solos. Por mucho que penséis que tenéis que enfrentaros a las situaciones de la vida solos, siempre estaréis acompañados.
Así que os ánimo a alzar la voz.

Todo el tiempo que viví sin ti [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora