CAPÍTULO 19

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DARYL

Sería mentira si dijese que no estaba destrozado por dentro. Desde el momento en el que discutimos en la fiesta de cumpleaños y la forcé para obtener una respuesta, supe que la había cagado. Tanto lo que pudo haber pasado como nuestra propia amistad.

Estaba tan nervioso por saber si había llegado bien a la residencia, pero sabía que necesitaba espacio. No quería sonar pesado, así que con un último buzón de voz le expresé todo. De principio a fin. Estuve a punto de borrarlo.

Y luego, fue una tortura esa semana. Siete días sin acercarme a ella. Siete días sin oír su voz. Siete días esperando que llegase una respuesta. Siete días intentando ser paciente. Siete días en los que no puede evitar hacerme preguntas como: ¿No soy suficiente para ella? ¿Habré sido demasiado insistente y pesado como siempre soy? ¿Seré muy infantil que no querrá juntarse conmigo? ¿La habré forzado? ¿He hecho algo mal?

Hasta que un día no pude más y Carter me dijo que estaba con él en la librería. Fue el impulso que necesitaba para vestirme corriendo sin importarme la lluvia. Al abrir la puerta se me congeló todo el cuerpo. Estaba claro que no estaba contenta de verme. Y puede que se nos fuese de las manos, porque acabamos literalmente ladrándonos como perros. No me arrepentí más en mi vida al haber pronunciado las palabras de que la dejaría en paz.

¿En serio me había rendido y había renunciado tan fácilmente? Por una parte, no quería, me daba igual lo que pensaba ella. Solo sabía que su razón y su corazón estaban en un conflicto desde hacía mucho tiempo y no era capaz de elegir con claridad. Pero, por otra parte, tampoco quería agobiarla de nada que ella no quisiese. Me odié a mí mismo en el momento que mi cobardía lideró el momento y decidió que salir de la librería era lo más correcto.

El día anterior, cuando la vi en mi casa con las chicas, todo fue diferente. Se sintió extraño verla y no poder hacer ninguna broma o molestarla, ni contarle algún chiste o irnos a algún lugar de la ciudad. Tras terminar de comer, no pude aguantar más y me fui con la excusa de que tenía planes. Aunque en realidad me fui a mi piso. Lo que hice fue abrir el portátil y escribir en mi novela. Quizás fue una de las pocas veces que las palabras se soltaron con tanta facilidad y yo solo pulsaba las teclas. Estaba orgulloso de cómo iba quedando el resultado, esperaba que con unos meses más tuviese el libro terminado para poder presentarlo a alguna editorial. Y me dormí.

Al parecer, me acosté tarde porque ya había salido el sol y yo seguía durmiendo en el sofá, hasta que el timbre de la puerta sonó despertándome de mi sueño profundo. A regañadientes y medio dormido me levanté, encontrándome a Gabi al otro lado de la puerta con una amplia sonrisa.

-Traigo galletas. -entró con una bolsa y se dirigió a la cocina.

Una vez allí, las saqué y mi emoción desapareció.

-Son compradas. -refunfuñé.

-Mejor eso que nada. -abrió el paquete y se sentó con una expresión seria en el sofá. -Es hora de charla de hermanos.

-Odio esto. -puso mala cara y le robé las galletas, al menos estaban buenas.

Esperé a que dijese algo y con una palabra me lo resumió todo.

-Morgan.

-¿Qué pasa con Morgan?

-Ambos sabemos que pasa. ¿Cómo se te ocurre no contarme lo qué pasó en el cumpleaños? Se supone que soy tu hermana, amigos de confianza. -me recordó a la promesa que hicimos con diez años sobre ser los mejores amigos.

-No tienes por qué saber toda mi vida.

-Sí que tengo. Y más porque ella es mi amiga.

-Bueno, ¿y qué quieres que te diga? Me respondió, Gabi. Y me lo dejó bastante claro.

Todo el tiempo que viví sin ti [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora