Capitulo 1

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ADARA BECK.

Limerencia: Estado mental involuntario propio de la atracción romántica por parte de una persona hacia la otra.

— ¡Buenos días!—saludo a Nora con un beso en la mejilla.

—Buenos días—la abuela aleja su rostro con asco—Aléjate.

Es alérgica a cualquier tipo de muestra de amor.

— ¿Por qué tan feliz?—inquiere Olivia, ojeando el periódico de esta mañana.

—Voy a renunciar—me siento en la silla vacía mirando mi tazón de frutas.

Olivia y la abuela comparten una mirada llena de incredulidad ante mi afirmación. He meditado esta decisión por más de dos semanas cuando todo se complicó. Sentía que mi vida era perfecta, pero la perfección no existe, me di un gran golpe en la cara contra la realidad.

Argos es una buena firma de arquitectos y me atrevería a decir que es una de las mejores del país, pero solo estoy ahí como una más del montón. Llevo más de un año trabajando para ellos y no he tenido proyectos que justifiquen mi título, o bueno, esa es la excusa con la que voy a renunciar.

Claro ¿Quién le confiaría un edificio a una joven novata y aparte de esto, mujer?

—Olivia, tu sobrina acaba de perder la poca cordura que le quedaba—Habla la abuela—¿Qué demonios te sucede?

— ¿Lo meditaste y no es una decisión impulsiva?—Olivia ignora lo que ha dicho la abuela y yo asiento con la cabeza— ¿Sabes lo que estás haciendo?

¿Tan poca fe me tiene?

—La verdad es que no—respondo con sinceridad metiendo un trozo de melón en mi boca—Me estoy quedando estancada, Livie. Acepté el trabajo con la esperanza de que mi carrera como arquitecta creciera pero, en lugar de eso decae cada vez más. Literalmente no hago más que mirar hacia el techo.

—Qué importa que no hagas nada, eso te da dinero ¿Y sabes que paga el dinero? Las cuentas, la comida que te estas comiendo incluso la hipoteca de esta casa ¡No puedes ser tan egoísta!—me recrimina Nora tratando de hacer que entre en razón.

Todas las mañanas con la abuela es una pelea incesante por cualquier estupidez y esta vez no es la excepción ¡Maldición! Es mi vida.

— ¡Mama!—la reprende-Si esta es tu decisión, yo te apoyo, Ada.

Le sonrió. Sé que siempre contare con su apoyo.

—Sigue malcriándola. Por esa razón es como es, impulsiva como su madre.

-—Joder abuela'—exclamo en español dándole un golpe a la mesa y levantándome sintiendo que mi apetito se esfumó—Tengo 24 años, creo que estoy lo bastante grande para tomar mis propias decisiones y no hables así de mi madre; sé que no te agradaba en lo absoluto, pero por lo menos respeta su memoria.

La señora de cabello blanco solo me observa.

—Te vas a arrepentir de esta decisión y eso te lo aseguro—me señala con su tenedor—Cuídate, Adara Beck.

— ¡Livie! Lo hace apropósito—me quejo.

—Creo que me voy—informa con cansancio y diversión por partes iguales—Mama, te veo en la galería.

Creo que por eso también esta enojada conmigo, para ella soy una faltona que traiciono el legado familiar: Artes. En mi defensa no soy muy buena en ese ámbito y seguí el legado de mi familia materna. Algo es algo.

—Yo también me voy—beso la mejilla de mi tía—Te quiero abuela.

Ella entrecierra sus ojos color ámbar hacia mí tratando de escudriñarme hasta el alma. 14 años viviendo conmigo y no entiende que eso no funciona. Después niega con la cabeza y la comisura derecha de sus labios se levanta.

LIMERENCIA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora