ADARA BECK.
Para nadie es un secreto que yo, Adara Beck, he sido maldecida con el don de la impuntualidad y no es porque no tenga la determinación de llegar temprano a los lugares, es porque la vida enserio me detesta, siempre hay algo que me frena.
—Teo, no me hagas esto
Mi hermoso y desactualizado auto se ahoga obligándome a orillarme en una de las carreteras más transcurrida de New York ganandome algunos insultos de idiotas que se quejan porque me cerré. Es una jodida emergencia y no voy a detenerme en medio de la carretera esperando que algún auto choque contra mí parachoques. Suelto un suspiro tratando de mantener la calma, y no estallar contra mi auto, antes de salir a revisar el motor aunque no sepa nada en lo absoluto. A mi pónganme a diseñar un edificio en tiempo record pero nunca a revisar un motor, seguramente este explotara y se perderá el auto junto con mi vida. Abro el capo del auto como si en realidad supiera lo que estoy haciendo y miro en motor con una mueca esperando a que el problema se resuelva si lo miro fijamente ignorando los comentarios tan asquerosos que salen de algunos de los autos que transitan por la vía respecto a mi vestimenta ¡Señor! Voy a una jodida junta de trabajo, no a su cama, cabron de mierda.
Una bonita camioneta Mercedes Benz se estaciona frente a mí y maldigo entre dientes, aflojo un poco mi tacón para lanzárselo si la situación lo amerita como una medida defensiva. Si, sé que estamos a la luz del día pero a un degenerado no le importaría si es de día o estamos en una jodida carretera principal.
— ¿Necesitas ayuda?
Me giro en dirección de esa voz masculina con el ceño fruncido. Un hombre de cabello rubio oscuro me observa desde una distancia prudente. Todo el grita seriedad y negocios, desde la camisa blanca de botones hasta los bonitos zapatos que se ven más costoso que mi auto.
—No estoy en posición de negarme—bloqueo el sol con mi mano.
Él hombre me sonríe y hubiera preferido que no lo hiciera, es poseedor de una bonita sonrisa, mas que eso, de una sonrisa felina y juguetona, tanto así que me provoca lanzarle mis bragas, miento, ahora solo una persona logra ese efecto en mí. Volviendo al tema, el hombre desconocido desabotona los botones de su camisa para subir su camisa junto con su blazer y se planta junto a mí para ayudarme a resolver este jodido enigma. Me siento un poco mal, no se necesita ser un genio para deducir que se dirige a una reunión o simplemente se viste así para salir a pasear, en mi defensa él se ofreció y yo también tengo que llegar a una reunión importante a la cual no puedo llegar tarde, o bueno, si puedo hacerlo pero mi prometido-guion-jefe me sacaría los ojos.
—Es la batería.
¡Por supuesto! El mecánico me dijo que debía cambiarla si no quería que algo como esto me sucediera y yo, de terca, pues no la cambie, pero eso no es lo importante, lo importante aquí es que este hombre rubio se me hace familiar, demasiado para ser precisa.
— ¿Tienes un cable?
Espabilo un poco y con torpeza, más de la normal, camino hacia el maletero para abrirlo y sacar el pesado cable amarillo.
— ¿No te estoy retrasando?
—Para nada—con delicadeza me quita el cable amarillo de las manos—Si, tengo una reunión pero de seguro me esperaran.
—No cuento con tu misma suerte. Si llego tarde mi jefe me ahorcara y no en un buen sentido.
El hombre suelta una carcajada ante mi inapropiado comentario mientras estira el cable para conectar su batería a la mía. Este es mi ángel ¡Dios! Literalmente me salvo el trasero. Subo a Teo cuando me lo indica y sigo cada una de sus indicaciones. Hago un bailecito de victoria cuando mi adefesio, solo yo puedo llamarlo de esta manera, enciende. Cuando está recogiendo el cable me bajo del auto para recibirlo pero me doy cuenta de que su blazer tiene una pequeña mancha de grasa de auto.
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LIMERENCIA.
RomanceSin editar. LEY UNIVERSAL: Dos personas que huyen de un mismo sentimiento, huyen en la misma dirección.