Capitulo 31.

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ADARA BECK.

Salgo de la comisaria hecha una fiera y maldiciendo a cada policía que pasa frente a mí. No puede ser posible que mi caso este en la pila de casos similares al mío, según ellos, podría ser alguna broma de un imbécil que me odia y lo peor de todo es que ni siquiera le prestaron la atención requerida a las evidencias, solo fotografiaron las fotografías y hasta ahí. Claro, como no es una persona cercana a su círculo social, les importa una mierda lo que suceda conmigo, o con las chicas que están en la pila de casos, tal vez algunas ya no vivan y nadie lo sepa porque cuando decidieron hablar, cuando se atrevieron a levantar la voz nadie las escucho y les dio jodidamente igual.

—'¡Hostia!'—golpeo el volante de mi auto.

No puedo creer que la policía sea tan incompetente y jueguen con la vida de muchas personas ¡Jodida mierda! Es mucha la impotencia que siento en este momento, es increíble que en pleno siglo XXI valgan tan poco en la sociedad. Respiro profundo tratando de regular mi respiración en la soledad de mi auto, no puedo llegar en este estado a mi casa y menos, con Jace dando vueltas como una mariposa dentro del territorio Beck, se daría de inmediato cuenta de que algo me ocurre y lo último que quiero en este momento es preocuparlo.

Mi celular suena y suelto una maldición, la más grande que conozco, mientras conecto el aparato en los altavoces de la camioneta.

— ¿Si?

— ¿Dónde estás?

Aun no sé si me alegra los días o me los ensombrece, es como un punto intermedio, todo depende de mí humor y hoy, no estoy de buen humor.

—Decir "Hola" no te mataría, Alexander.

—No quiero averiguarlo.

Algún día lo voy a ahorcar. No sé si su cerebro aún no asimila que soy su novia, falsa pero aun así soy su novia, no soy su asistente o alguna persona que trata como se le da la gana, bueno, si soy su asistente pero en este momento no lo soy... ¿Saben que? Estoy tonta.

—Eres odioso—freno en un semáforo en rojo— ¿Me necesitas o solo me llamas para torturarme?

—Viajaremos esta tarde a Miami...

No sé si soy yo la que ha escuchado mal por toda la ira que tengo retenida en mi interior ¿Viaje? ¿Miami? ¿Que? Hay varias cosas para resaltar: La primera, en su agenda no estaba programado un viaje y mucho menos a Miami. Segundo, me tendría que haber avisado con tiempo de anticipación, esta tarde es muy pronto. Y tercero, no pude pretender que cada vez que silbe yo corra hacia él como un cachorrito, soy una mujer muy ocupada.

—'¿Como que viajar, cabron?'—se puede deducir que estoy enojada por el tono de mi voz, a pesar de que estoy hablando en español—No puedo, mi hermano llegó ayer de Madrid y haremos una cena para celebrar su regreso ¡Joder! No puedes jugar con mi tiempo, Alexander.

—Te recuerdo que es sábado.

—Mierda—vuelvo a golpear el volante sin importarme que la señora del auto junto al mío besa su rosario y se hace la bendición—Si, pero es mi jodido día libre.

—Clausula 3, inciso N° 2 del contrato de nuestra relación ¿Te recuerdo que es lo que dice?

Acelero cuando escucho insultos por no moverme cuando el semáforo cambia, le maestro del dedo del medio a la señora que se sobresalta para después seguir con mi camino hacia la casa de Nora.

¡Por supuesto que sacaría lo del contrato! Es que este hombre ardiente me saca de quicio y ahí voy yo a cumplir todos sus caprichos. Me siento mal por mi hermano mayor y su novia pero, se quedaran en la ciudad hasta que se oficie la boda de Casandra que es en más o menos 3 semanas, tal vez un poco más de tiempo ¿En qué momento el tiempo paso tan deprisa? Y lo gracioso es que mi vida ha cambiado drásticamente en los últimos 4 meses.

LIMERENCIA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora