ADARA BECK.
¡Estamos de vuelta en New York! Quisiera estar más entusiasmada con esto. Estar aquí significa volver a mi realidad, a mi patética y triste realidad. Los días que pase en España me ayudaron demasiado a reencontrar el rumbo, eso era lo que me faltaba, sentirme como en casa.
— ¡Voy tarde!—salto hacia el último escalón doblándome el tobillo cuando aterrizo y caigo de rodillas. Genial, lo que me faltaba— ¡Mierda!
Duele demasiado pero no tengo el tiempo suficiente como para quejarme. Ya vi el rostro de Alexander contrayéndose por mi impuntualidad, ya escuche el típico "Tarde". No nos hemos visto desde que deje Múnich, exactamente hace una semana y me siento un poco ansiosa ¿Por qué? Ni puta idea.
Me levanto del suelo ahogando un chillido por dolor y cojeo hasta llegar a la cocina. Las chicas Beck en este momento no se encuentran es casa ya que están en la exposición del nuevo integrante del equipo así que no me tengo que preocupar por sus remedios caseros. Busco en los estantes algo para desinflamar y de paso para el dolor pero no encuentro absolutamente nada. Suelto un suspiro de resignación y mis ojos recaen en la puerta del refrigerador en donde yace una nota de Olivia.
"Cena, hoy, a las ocho de la noche. No llegues tarde y trae a ese hombre que dice ser tu novio"
Ugh, lo había olvidado por completo. Una vez al mes tenemos programada una cena en donde asisten mis amigas, sus respectivas parejas y si sus padres se animan, también vienen. Es como una tradición. Según el contrato Alexander está obligado a asistir.
Sonrío para mí misma y con cuidado salgo de mi casa, no quiero que mi torcedura se convierta en un esguince. Si, lo sé, soy muy irresponsable conmigo misma. Me acerco a Teo y busco las llaves en mi bolso, no sabía que tenía tantas cosas aquí adentro, ligas para el cabello, perfume, crema, maquillaje, lapiceros, dinero y oro último mis llaves.
Me apresuro a abrir la puerta cuando ya las he sacado pero me detengo de inmediato. Agarro la fotografía entre mis manos con un poco de duda y miedo. Es una fotografía mía del día de ayer, saliendo del aeropuerto, frunzo el ceño y giro el trozo de hoja.
"Te estoy vigilando. Pórtate bien, cariño"
—T
Levanto la vista buscando a la persona que ha dejado esto aquí pero no doy con el responsable. Esta situación es realmente escalofriante, no es por nada pero he visto programas de CSI que demuestran que esto va a acabar muy mal, bastante mal, estoy asustada, malditamente asustada. Con rapidez entro en el auto como si eso me fuera a salvar de algún ataque de ese psicópata y guardo la fotografía en la guantera, necesito evidencia por si en un futuro sucede algo. Acelero a todo lo que me da Teo y no puedo respirar con tranquilidad hasta que salgo de mi vecindario. Solo fue cuestión de tiempo para que me volviera a sentir observada y ahora me doy cuenta de que no es producto de mi imaginación, ahora me gustaría que lo fuera, alguien me está vigilando y lo perturbador del asunto es que esa persona quiere que lo sepa. Hasta que esté segura de que algo realmente malo está sucediendo, me voy a reservar esto, no quiero involucrar a personas inocentes.
Suelto un suspiro de alivio cuando la estructura Olymp me protege del exterior. Tendré que acelerar mis planes e irme lo antes posible a Madrid. Las puertas del elevador se abren y lo primero que hago es dirigirme hacia la oficina del jefe, he deducido que discutir con Alexander me ayuda a olvidar los problemas por tan solo unos segundos, no me importa si me topo con Ian. Abro la puerta con cuidado y lo encuentro sentado en su escritorio revisando unos documentos. Sus hematomas ya no decoran su bello rostro, ahora, lo decoran unas prominentes ojeras. Es un hecho que no ha dormido bien, o dormido en general.
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LIMERENCIA.
RomanceSin editar. LEY UNIVERSAL: Dos personas que huyen de un mismo sentimiento, huyen en la misma dirección.