Capitulo 24

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Spoiler: Alexander bipolar.

ADARA BECK.

¿Saben que es importante? Aprender a decir "No merezco esto". No merezco que me traten de esta manera, que me respondan asi o que me ignoren de esta manera. Tarde mucho en entender que es lo que realmente merezco en esta vida, soy amable, respetuosa y a veces, muy directa pero soy una buena persona.

Estoy aburrida, demasiado aburrida y según Olivia, estoy castigada durante la duración de mi incapacidad, porque sí, estoy incapacitada por los golpes que aún no han desaparecido de mi cuerpo ¿Por qué estoy castigada? Por qué esa noche después de salir de la estación de policía no llegue a dormir a casa. No quería que me preguntaran cosas que me harían llorar y mucho menos que se enteraran que estuve en una celda por escarnio público. Me quede en casa de Belly, a escondidas de su padre claro está, ese señor me detesta con cada célula de su sensual cuerpo porque admito que esta bueno pero es una completa basura. Volviendo al tema, no dormí aquí así que como efecto mariposa mi tía llamo a mis amigas y ellas negaron que yo estaba con ellas, vaya amigas, no me cubrieron el trasero. Llamaron a todos nuestros conocidos que no son pocos, incluyendo al idiota de Alexander que no atendió ninguna de sus llamadas hasta que dieron conmigo. Ni modo, quería desaparecer y me encontraron. La historia de mi vida.

— ¿Que te paso en el rostro?—pregunta Amara después de hacer bromas respecto a un gato.

—Hace dos días me pelee con Jane en el instituto. La mini-perra de su hermana trato de humillar a Eva. La golpee y la bese para después golpearle un poco más.

— ¿Besaste a Jane?—suelta la pelinegra como si eso fuera una aberración, tal vez lo sea pero no es para tanto.

—Fue en defensa propia—me defiendo.

— ¿Cómo mierda es eso posible?

Vale, suena ridículo pero así fue.

—En fin, pase toda la maltita tarde y parte de la noche encerrada en una celda con Jane y tres mujeres que me parecieron sumamente simpáticas y a media noche me sacaron de allí—hago una pausa considerando mis siguientes palabras—Ian.

— ¿Y Alexander?

Eso mismo quisiera saber yo. Desvío la mirada y la clavo en el tazón de palomitas que está en la mesa de centro.

—No estaba en la ciudad.

—Por qué nos mientes, te conocemos a la perfección y sabemos que eres un asco para mentir. Habla.

Trago grueso. Tienen razón, mentir no es mi fuerte y lo gracioso del asunto es que de algún modo los humanos nacieron para mentir, menos yo. Al parecer estoy defectuosa.

—No quiso ir por mí a la comisaria.

—Es un hijo de puta—escupe Amara con enojo—Se supone que es tu novio y te metiste allí para defender a su hermana, lo mínimo que debió hacer fue rescatarte de esa celda infernal, es un completo idiota, imbécil... Y todas las malas palabras que no se me han ocurrido ahora pero lo es todas. Lo voy a golpear y juro que le cortaré las pelotas por lastimarte.

— ¿Has hablado con él?

Aquí podemos ver la diferencia entre Casandra y Amara, una es golpes y agresiones y la otra paz y diálogos, es gracioso. Yo soy como un punto intermedio, la que intenta dialogar y si no se llega a nada con eso paso a los golpes.

Desbloqueo el celular y les muestro el chat: vacío. Lo sé desde hace mucho tiempo, le doy igual, le importo una reverenda mierda y...¡Mierda! Esto me afecta.

—No.

Nos mantenemos en silencio por un momento.

— ¿Que sucedió con Ian?

LIMERENCIA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora