Epilogo.

197 17 9
                                    

El bullicio reinaba en el auditorio de aquella universidad. Los estudiantes de primer y último año de arquitectura estaban ansiosos por conocer al famoso arquitecto Alemán de renombre mundial. Algunos admiraban su talento y creatividad a la hora de plasmar una idea en un plano y otros, más superficiales, admiraban su belleza, la forma en la que hablaba y como se expresaba.

—Escuche que es muy guapo—murmuró una chica al fondo, en lo más alejado y oscuro del auditorio.

—La belleza no lo es todo, ese hombre hace arte—le respondió su amiga—No por nada ha ganado varios premios a la arquitectura.

—Pero su empresa se fue a la quiebra—contraatacó un chico frente a ellas.

—Se recuperó y fundó su propia firma, no cualquiera lo haría—lo defendió otro chico—Su trabajo y dedicación es de admirar.

El enorme auditorio se sumió en un silencio sepulcral cuando una figura imponente y autoritaria dio un par de pasos dentro del escenario. El hombre de cabello negro iba vestido con un traje color azul eléctrico y una camisa blanca, sin corbata. Sus ojos azules recorrieron la sala encontrándose con jóvenes llenos de vida y entusiasmo, algunos más que otros, pero a todos los unía el amor por la arquitectura. Lo hacían recordar sus años de universidad, cuando se mataba por conseguir la mejor nota.

—Te dije que era guapo—chilló en voz baja la chica del rincón oscuro—Lo que le sigue de guapo.

—Es intimidante...Callense, está mirando para acá—se tensó el chico, todo el aire se retuvo en sus pulmones cuando la mirada del arquitecto se clavó en su dirección.

—No lo mires, si no lo miras no te ve.

—¿Que clase de analogía es esa?—susurró el amigo del chico que ya estaba rojo por retener el aire por tanto tiempo—Amigo, respira.

El chico no pudo mas y dejo salir el aire. La comisura derecha de Alexander Richter se elevó un poco con suficiencia, le encantaba asustar e intimidar a los estudiantes, se divertía viendo sus rostros pálidos, lo hacía sentir poderoso.

—Características que debe tener un arquitecto, según su criterio—exigió, Alexander, señalando a la esquina derecha.

La chica se sobresalto y enrojeció enseguida.

—Fa... Facilidad para el dibujo a mano alzada—se apresuró a responder.

—Bien, pero no es lo que espero escuchar. Siguiente—señaló a un chico en la primera fila.

—Capacidad de análisis, síntesis y observación—respondió el chico con suficiencia.

—Bien, galán—algunos chicos rieron—Pero aun no es lo que espero escuchar. Siguiente.

—Habilidad para el trabajo manual—respondió la chica que seguía impactada con su belleza.

—Creatividad.

—Pensamiento lógico.

—Si, si, si, pero no. Tal vez el error fue mío, me disculpo si así fue... Pasión—enfatizó la última palabra. Muchos jóvenes cayeron en cuenta, no eran características estratégicas, eran, como el ya lo había dicho, pasionales—La pasión atrae el éxito, si amas lo que haces lo demás es añadidura. Hoy les voy a dar la estrategia para el éxito porque la clave soy yo, y seamos sinceros, solo existe un Alexander Richter... —todos rieron ante la arrogancia del pelinegro—...Antes que nada, les aviso que tendremos una invitada especial y si creían que yo era intimidante, ella es otro nivel.

Los murmullos hicieron eco, algunos se preguntaban si era una arquitecta de Beckter o alguien ajeno a la rama de la arquitectura, dedujeron que si el Alemán se sentía intimidado, ellos, que eran unos simples mortales, se iban a cagar cuando esa persona los mirara a los ojos.

LIMERENCIA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora