CUBO DE RUBIK

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Mordió sus labios para ver como la pelinaranja estaba haciendo su primer stage en vivo y con público presente. Daría lo que fuera por estar ahí apoyándola, pero tenía prueba de vestuario y envió junto al mayor del grupo un pequeño regalo para ella.

– ¿Es noona?

– Dora unnie se ve genial – murmuró, mordiendo con fuerza sus labios – ¡Auch!

– ¿Qué pasó? – se acercó el líder.

– Me mordí el labio, por los nervios – contestó.

– Yena que te hemos dicho de morderte los labios...

– lo único que ocasionaras en lastimarte y quedará una horrible marca – la rubia colocó como delicadeza un pequeño pedazo de papel en sus labios.

Solo había pasado un mes desde su llegada a Seúl, donde estaba adecuándose a su nueva vida y tomando clases intensivas de coreano, que no daban los resultados que quería.

– Estoy nerviosa – murmuró en japonés, el único idioma que salió hablar y con el que se comunicaba con la rubia – En unas horas es mi primera evaluación de baile y tengo miedo...

– No tienes porque tener miedo, tienes demasiado talento en el baile. Ya quisiera yo poder aprenderme una coreografía con solo practicarla una vez. – ánimo Adora – Todo va a salir bien.

Asintió para ver como la productora se levantaba de su silla para salir a buscar un botiquín de primeros auxilios. Lo único que Yena hizo fue recostarse en el sofá y practicar en su mente los pasos de la coreografía que había estado ensayando últimamente, era la única trainee mujer en toda la agencia y solo hablaba con Adora y sus maestros. Sin olvidar que todas las noches escribía en su diario.

Estiró su cuello para ver mejor un cubo de rubik que descansaba en una de las mesas junto a varias partituras. Solo cogió el objeto con cuidado, no era la gran cosa. Los colores de cada cuadrado estaban combinados, en ciertos lados predominaban algunas tonalidades y en otros faltaba un color. Recién estaba conociendo a Adora y nunca la había visto con ese cubo de rubik en el departamento.

Lo único que Yena sabía hacer, era armar una cara del cubo, lo aprendió cuando una niña de su escuela le enseñó mientras veía el entrenamiento de su hermana, ese era su límite.

Adora abrió la puerta, asustando a la japonesa y que el cubo cayera en su rostro, Yena intentó esquivarlo pero hizo un mal movimiento y al final terminó cayéndose del sofá. Adora solo río, era apenas un mes en que la iba conociendo, era muy cerrada y callada en algunas cosas, pero la chica era demasiado buena.

– ¿Armaste una cara? – preguntó con tranquila, viendo a Yena desde el suelo que asentía – ¿Sabes armarlo?

– No – contestó – Pero estoy aburrida y no dejo de pensar en mi evaluación. La vida es difícil.

– Hacemos algo, te regalo el cubo y cuando logres armarlo por completo, te llevaré a comer cerdo. – propuso Adora, agachándose a la altura de la chica de quince años.

– Como sabes que no lo desarmaré y mentiré.

– Yena, eres como un  cubo de rubik. No puedo descifrarte  pero quiero intentarlo – tomó el cubo con ambas manos – Estamos viviendo juntas un mes y me di cuenta que detestas a los tramposos y siempre te gusta ganar.

– Adora-sama – murmuro.

– La vida es difícil, hasta que descubres las combinaciones correctas y se vuelve fácil. El cubo de Rubik puede ayudarte mucho en la memoria y es un método de relajo.

– Lo único que haré será estresarme el doble. Las evaluaciones y armar esta cosa.

– Solo intentalos.

Yena estaba descubriendo uno de los objetos que la ayudó en toda su época de trainee. Siempre que se encontraba nerviosa, buscaba el cubo de rubik de su mochila para poder distraerse moviendo las piezas y le tomó tres meses poder descubrir las combinaciones correctas y arma lo a la perfección.

El día que Yena se lo mostró a Adora, todo armado, la sonrisa que tenía en su rostro era la más deslumbrante y sincera. Pero su sonrisa se borró en segundos cuando Slow Rabbit, uno de los productores de la agencia, lo desarmo y pidió armarlo en su delante.

– ¿Qué me das si lo armo bien? – pregunto en un torpe coreano.

–Te llevaré a comer junto al equipo de producción – mencionó el hombre. – Pero lo tienes que armar en mi delante, Yuna.

Rodó sus ojos cuando la llamó por otro nombre. Yena asintió para sacar de su mochila su diario y mostrar las combinaciones que tenía anotado y los pasos que tenía que seguir. Adoro solo río al ver la expresión de Slow Rabbit, al ver que Yena estaba jugando sucio. Pero en ninguna parte de la apuesta había mencionado que no podía ver su guía para poder armarlo. Fueron cinco minutos donde Yena movió cada esquina y lado de ese cubo, para poder colocarlo en su posición correcta.

Ella comenzó con un 3x3, para pasar a un 2x2 y sin darse cuenta, al momento que llegó a debutar tenía toda una gran colección de cubo de rubik en su habitación. Solía llevar siempre uno en sus viajes para poder distraerse o enseñarle a sus compañeros.

– Te va a quedar una horrible marca – susurro el mánager, revisando el corte que se había hecho – No vuelvas a morderte los labios.

Yena asintió, mientras seguía moviendo piezas al azar por aburrimiento. No muy lejos estaban ambos maknaes, revisando las primeras combinaciones que Yena apuntó en su diario y no comprendiendo nada. Se levantó de la silla de la cocina para ir a la sala de estar.

– Noona, ¿en serio, aprendiste tú sola? – asintió para sentarse aun lado del maknae.

– Soy inteligente, pero no entiendo tus garabatos. – murmuró Taehyun, intentando seguir los pasos.

– Una vez Dora Unnie me dijo "Eres como un cubo de rubik. No puedo descifrarte, pero quiero intentarlo" – citó la japonesa – Por eso me dio mas ganas en aprender a armarlo.

– Dora noona era la mejor noona.

– Era mi PD-nim favorita.

– Era mi PD-nim favorita

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