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CHAMAN

– ¿Sigues pensando? – preguntó.

– Me preocupa la mano de Taehyun – respondió Beomgyu – Siento...

– ¡Ya no mientas! – le grito Yena deteniendo su paso – Tu estas muy raro últimamente y no piensas decirme nada.

– No grites loca – reclamó – Vas a llamar la atención de todos.

– Sabes que Taehyun es medio Wolverine. ¿Recuerdas la lesión de su ligamento? – el pelinegro asintió – Él doctor dijo que se recuperaría en dos semanas y en
tres días ya estaba saltando por toda la sala de práctica. No te preocupes por su mano. – Yena cubrió cruzo sus brazos para verlo a los ojos – Yo les conté sobre lo de Japón y tu no puedes decirme que te pasa.

– Iras de chismosa con Soobin o Yeonjun hyung – dijo sosteniendo las bolsas de comida.

– Me crees Huening Kai, yo si se guardar secretos – se hizo la ofendida.

– No es nada malo...

– ¡Alejate! ¡Vete! ¡Deja a esa inocente chica!

Ambos vieron a una mujer mayor de edad que le gritaba a un árbol. Tenia en su mano una vara con varios cascabeles y lo agitaba. Yena nunca había visto a una mujer así y le entró la curiosidad de saber si estaba bien de la cabeza. Esa mujer le gritaba al árbol y señalaba a ella.

– ¿Esta bien de la cabeza? – preguntó Yena.

– No le hagas caso, solo es una chamana – dijo Beomgyu – Ven camina...

Solo dieron unos cuentos pasos para escuchar como la mujer los llamaba a gritos. Ellos no querían llamar la atención, pero esa mujer hacia que las personas fijaran su atención en ella.

– ¡Señorita espera! – llamaba la mujer – ¡Tome esto!

Beomgyu vio como esa mujer le daba un talismán a la japonesa y una bolsa con frijoles rojos. Yena no sabia mucho sobre los chamanes en Corea y no le había entrado la curiosidad, hasta ahora.

– Pon esto en tu habitación y los frijoles rojos hacen que los fantasmas se alejen...

– ¿Fantasmas? – preguntaron ambos jóvenes a la vez.

– Si, ese fantasma que no deja de seguirte – respondió la mujer – Si necesitas ayuda, este es mi número y yo iré ayudarte...

– Señora, usted esta mal de la cabeza – Yena solo le dio el talismán y la bolsa de frijoles rojos – Yo no creo en esas cosas.

– No, nos va a engañar – dijo Beomgyu – Vamos Yen, que tengo hambre. No vas a querer que te secuentren...

– ¡Oye! – se quejo ella – Solo fue una vez.

– Cierto una vez que casi te secuestra una secta religiosa y en la segunda te iban a estafar para hacer una ceremonia de disculpas a tus ancestros – hablo en sarcasmo para empujar a la japonesa por los hombros y seguir caminando.

Solo se dieron media vuelta para ir rumbo a Big Hit. Se habían demorado porque ninguno de los sabían que querían comer y al final solo jugaron piedra, papel o tijera para saber iba a comer. El mánager les había dado permiso de ir a comprar la comida a uno de los restaurantes cercanos a la agencia, con la condición de que no demorarán mucho.

– Esas personas suelen estafar a la gente – contó Beomgyu – Una vez uno le mintió a mi padre y le dijo que mi abuelo podía hablar través de él. Pero lo que el chamán no sabia, es que mi abuelo estaba con vida.

– ¿Ellos ven fantasma? – preguntó Yena.

– Así dicen...

– ¡Yukari Ebihara!