Capitulo 3- Si me lo pides de favor

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El jueves por la tarde Erick se encontraba en la cocina de la casa de Yoandri mientras este terminaba de preparar unos bocadillos que se veían de todo menos apetecibles.

-¿Estás seguro que no moriré después de probar uno?

-Claro que no, tonto. Recuerda que tomé clases de cocina.- dijo viendo orgulloso su creación.

-Si, en quinto grado.

-Cállate y come.

Dudó en tomar uno y llevárselo a la boca, ya que lo que menos esperaba era que tuviera un buen sabor. No se equivocó.

-¡Sabe asqueroso!- dijo escupiendo lo que tenía en la boca. -Deberías retomar esas clases de cocina.

-Creo que tienes razón.- concordó al probar uno.

Ambos rieron y después que Yoandri limpiara el mugrero que hizo en la cocina y tirara los bocadillos a la basura, el de ojos negros fue a su habitación para buscar el obsequió que Joel le había dado y mostrárselo a Erick dejando a este solo en aquella cocina.

El ojiverde no pudo evitar preguntarse dónde se encontraba Christopher ya que desde el martes por la mañana no había sabido nada de él debido a que su madre había descansado toda la semana y era ella la encargada de llevarlo y recogerlo de la escuela.

Recordar la imagen de lo que estaba escrito en aquel trozo de papel no lo ayudó a evitar pensar en aquel arrogante castaño.

-Que tal, ojitos.

Como si lo invocó con sus pensamientos, un Christopher con una camiseta blanca y unos pantalones negros entro a la cocina robando toda su atención.

¿Por que tenía que verse tan bien? Joder.

-¿Que quieres?- preguntó como si no estuviera babeando internamente por el mayor.

¿Babeando? ¿Que?

-Nada, solo escuché tu voz y se me fue imposible no venir a saludar ya que no te has dejado ver estos días.- sonrió de lado acercándose al más bajo

-Mi... mi mamá tuvo la semana libre así que...- titubeó un poco debido a la cercanía del otro.

-Oh claro, se me olvidaba que eres el niño de mami.

Eso bastó para que aquellos nervios se fueran y frunciera su ceño. -¿No te cansas de fastidiar a las personas?

-¿No te cansas de ser tan jodidamente terco y bonito?- con pasos ágiles se acercó al ojiverde quien retrocedió hasta pegar su  espalda baja a la barra de la cocina. -Tan tierno...

Erick abrió sus ojos verdes enormemente al sentir la cercanía de Christopher quien lo miraba fijamente. No pudo evitar llevar su mirada a aquellos rosados y gruesos labios que tenía frente a él.

Cerró sus ojos esperando recibir cualquier cosa que el castaño le ofreciera pero lo único que sintió fueron aquellos labios rozar su oreja y luego un susurro. -Mi billetera está atrás de ti.

Se sonrojó hasta las orejas y abrió sus ojos enseguida, avergonzado por lo tonto que había sido al pensar que Christopher se había acercado con otra intención y no para tomar su billetera.

-S-Si, lo siento.- se movió dándole acceso al mayor para tomar aquello.

-Hueles bien.- dijo una vez que se metió la billetera en el bolsillo de su pantalón para después dirigirse hacia la puerta de la cocina con una media sonrisa. -Espero te pienses lo de arriesgarte.

Se quedó quieto en su lugar sin poder decir nada y solo observar al mayor irse.

-¿Christopher te estaba molestando de nuevo?- un Yoandri con el entrecejo fruncido entro por la otra puerta de la cocina. -Dios, en serio que es un fastidio.

-N-No, él solo olvidó su billetera... si.

-Como sea, mira lo que me dio el amor de mi vida.- soltó con emoción mostrándole el ramo de flores que Joel le había dado.

Y entre chillidos por parte de Yoandri mientras hablaba de Joel, la tarde del jueves se pasó volando y Erick nunca aceptaría que quiso ver a Christopher una vez más cuando estaba apunto de irse de la casa de su amigo.

◾ ◾ ◾

Un aburrido Erick se encontraba acostado en su cama mirando hacia el techo el viernes por la noche. Su mamá tenía turno de noche al igual que la mamá de Yoandri y se refería a ella también ya que las dos trabajaban en el mismo hospital. Por algo eran mejores amigas.

Se llenó de nostalgia al recordar todos los buenos y malos momentos que había vivido con Yoandri. Su amistad era de años y no podía encontrarse más feliz al respecto. Erick sabía todo del de ojos negros fue por eso que le resultó extraño el no estar al tanto sobre la existencia de su hermano mayor.

Christopher.

Christopher, Christopher...

Erick tenía el número de Christopher.

-No, ni en un millón de años.- negó para si mismo al pensar en tal idea. -Es solo un idiota.

Se negaba a todo lo que involucraba tener que ver a Christopher, claro que si.

Pero estaba aburrido. Solo en casa, pudiendo a hacer lo que le plazca. Una llamada no caería mal, ¿Verdad?

No.

No y no.

Tres pitidos fueron suficientes para poder escuchar aquella ronca voz a través de la línea. -¿Bueno?

-¿C-Christopher? Soy Erick.- tartamudeó nervioso. -¿Estás ocupado?

-Pensé que nunca llamarías.- su voz era tan varonil y agradable que se le fue imposible no cerrar los ojos. -¿Quieres que pase por ti?

Se lo pensó unos segundos ya sabiendo la respuesta. -Por favor...

-Si me lo pides de favor jamás podría decirte que no.- escucho coqueteo en su voz y ruido de fondo. -Te veo en 10.

Y Colgó.

Se sentó en la cama y miro a un punto fijo no teniendo ni la menor idea del por qué llamó al castaño tampoco es como que se preocupara tanto por eso ahora. Tenía que estar listo en menos de 10 minutos.

Mierda.

Sumiso - ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora