Capítulo 11

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Entro al auto. Tomo el celular y le marco a Adeli.

- ¿Ya vienes? - pregunta al contestar- me estoy volviendo loca con este programa-.

- Llamaba para confirmar que estas en tu casa para eso- le digo riendo.

- Pues ven corre- me grita.

Cuelgo. Debería de pasar por la casa a buscar algo de ropa, pero ya era tarde y tenia que estudiar para la cirugía de mañana y ayudar a Adeli. Sabía que luego de lo de la cafetería, el estaría de un humor de perros.

Aunque creo, si, la última vez, había dejado una muda de ropa en su casa. Me decido, tomo la dirección hacia Adeli.

Vivian en la Julia, el sector mas exclusivo del Distrito Nacional. Su casa abarcaba toda la esquina. Una mansión enorme, hecha por el mejor ingeniero para ellos, o eso era lo que siempre decía la señora Clarisa.

Gracias a la falta de tapones, no tardo en el camino, introduzco el código para el portón, y paso. La propiedad era enorme, tenía el triple de frente que mi casa, la diferencia es que todo el suelo era de césped, lo que para mí se me hacía casi artificial. No había un solo árbol o flor en el camino.

La fuente de mármol blanco enfrente de la mansión conformada por estatuas de ninfas gritaba dinero, por no decir de la casa de 2 pisos, blanca. Aparco en el lado de las visitas.

Mientras camino hacia la enorme puerta de madera siento la casa extraña, o mas de lo usual, por lo general solo me siento rara cuando la señora Clarisa esta, pero ahora, era plenamente consciente de que él vivía aquí, que, en realidad, es su casa.

Toco el timbre mirando a mi alrededor, me sentía inquieta hoy. cálmate, el tiene mucho trabajo, en este momento debe estar preparándose para la cirugía de esta noche. La puerta se abre y soy recibida por la nana de Adeli.

Ella era la mujer mas amable del mundo, no tenia ni un solo pelo en la lengua. De origen italiano, debía medir como 1.57, realmente pequeña, con el pelo negro como el carbón largo hasta la cintura, aunque siempre lo tenia recogido en una trenza de pescado, pero eran sus ojos, amables y dulces, de un castaño claro hermoso.

- Hola cariño- me saludo con una sonrisa maternal- ¿Cómo has estado? Hace mucho que no vienes-.

- Hola- le sonrió- Muy bien, con muchas cosas encima, pero si solo tengo 3 días sin venir-.

- Ven pasa cielo- me deja pasar- si por un día que faltes ya es mucho- me sonríe.

- Aja- rio- ya comencé el internado y eso me deja muerta-.

- Lo se cielo, pero tu puedes con eso- su rostro y tono maternal me recuerdan a mama-.

Inspiro por el dolor agridulce que siempre me produce interactuar con ella. Aunque por ello no dejaría de hacerlo.

- Gracias- le doy una sonrisa suave- ¿Adeli está en su habitación?

- Si y me alegro que estes aquí porque ella está gritándole a su laptop hace horas- niega divertida- creo que es un milagro que todavía no la haya hecho añicos-.

- Pues es mejor que vaya rápido, no vaya a ser que tenga que comprar otra laptop en menos de 2 meses-

Reímos, era habitual que siempre le pasara algo a sus laptops, no importa lo buenas que sean.

La casa era muy fría, las paredes blancas y el piso de mármol blanco por igual la caracterizaban. Constaba de una sala pequeña con muebles negros tipo ejecutivos, las escaleras se abrían en ella. No conocía mucho la casa, a penas sabia de la sala/recibidor y la cocina.

Fisiopatologia del PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora