Capitulo 23

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Ambos nos congelamos, sus labio abandonan los mios lentamente, me mira sin pánico y con mas tranquilidad de lo que esperaría en esta situación.

— Esta afuera— murmura, lanzo un vistazo a la puerta y asi es, recuerdo que le puso pestillo a la puerta y espera del otro lado— Respira tranquila— me dice.

— No quiero pasar un día mas aquí, estar asi me recuerda...— paro de hablar antes de mencionar a mis padres, no creo que sea algo que le interese— si no es del lado del personal de salud, no quiero estar aqui, quiero irme a casa— le digo mirándolo a los ojos.

Me escruta con la mirada a profundidad, de manera tan intensa que siento la necesidad de apartar la mía. Se levanta y camina hacia la puerta, abre dejando que Adeli pase.

— ¿Se soltó algún punto? — pregunta mi mejor amiga desde que entra.

— No, aproveche y limpie la herida— ha vuelto su mascara.

— Excelente— sonríe, camina hacia mi— Papa, ¿puedo ayudarla a comer? — pregunta.

El lanza una mirada hacia la bandeja con el almuerzo— Esta bien— lo veo salir con el celular contra la oreja.

— Vamos a alimentarte antes de que me comas un brazo— dice Adeli, suelta una risa y toma la bandeja en las manos.

— Sabes que te amo, pero ni intentes alimentarme como si fuera una niña desvalida— agito el dedo hacia ella.

Niega poniendo los ojos en blanco— tenia que imaginarlo— coloca la bandeja encima de mis piernas y quita la tapa.

El estomago me resuena al ver el plato, Pure de papa con queso amarillo y vegetales gratinados. El olor es glorioso.

— Santo Dios, amo aún más a esa mujer—digo tomando una pequeña porción.

— No quiero sonar como mi padre— detiene mi mano con el tenedor a medio camino de mi boca—pero recuerda comer despacio—.

— Adeli, voy a morderte la mano si no me dejas comer—agranda los ojos por lo seria que suena mi amenaza.

Me suelta y por fin puedo comer. Gimo. Esta increíble. Se que tengo que tener cuidado, asi que doy pequeños bocados.

— Oye— tomo un trago de jugo de manzana— ¿mi auto quedo muy destruido o crees que se puede reparar? — hace una mueca.

— Cariño— pone una mano en mi muslo— esta tan destruido, que ni siquiera se pudo terminar de reunir todas las partes— sus ojos marrones se ponen brillosos— tuvieron que romper parte de el para poder sacarte— agita la cabeza.

Tomo un trago de jugo para despejar el nudo en mi garganta. Mi auto. El antiguo auto de papa. Lo habia mantenido tan cuidado, siempre dándole el mantenimiento que necesitaba, tal como papa me enseño. Era un recuerdo menos de él.

—Lo siento— me susurra— se lo que significaba para ti— pestañeo para aclarar mis ojos— Ki— dice secándome las lágrimas.

— No, esta bien— digo— no iba a durar para siempre, y creo que estaba dando sus últimos pasos— trato de sonreír.

— No tienes que hacer eso conmigo— me dice— no finjas que estas bien—.

Hay cosas que no puedo hablar con ella, o con nadie, cosas como esta. La muerte de mis padres es uno de los capítulos mas dolorosos en mi vida. No me gusta pensar en eso, el dolor que siento en el pecho ahora, no tiene que ver nada con el accidente.

—Supongo que mi celular tampoco sobrevivió— trato de comer algo mas, aunque he perdido el apetito.

— En realidad— dice, toma su bolso y saca mi celular de el— no sé cómo, pero lo encontré a unos metros del auto— me lo pasa.

Fisiopatologia del PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora