Capitulo 19

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—Necesito que abras los ojos— dice alguien suavemente— o enloqueceré pronto—.

Ummmm. Esa voz, conozco esa voz. Intento abrir los ojos, pero mis parpados se sientes soldados entre sí, envió la orden, pero tampoco la boca o alguna parte del cuerpo me responde.

Siento una caricia suave en la mejilla— vamos cielo, extraño tanto ver el color de esos ojos— dice la voz.

¿Nathaniel?, no, debo estar soñando, él nunca me diría algo asi, o me acariciaría de esa manera. Seguro es una alucinación.

El choque regresa a mis recuerdos, me había desmayado antes de la colisión. ¿Estaba muerta? Seguro que sí, era la única razón para que el me trate así. Pero Adeli, tenía que saber si estaba bien. Adeli.

—Ade...li— logro articular.

—¿Kiara? — pregunta la versión de Nathaniel del cielo.

O mejor del infierno, porque el dolor que provoca mascullar las palabras, asciende por mi mandíbula hasta llegar al cerebro. Desesperada vuelvo a intentar abrir los ojos, por fin responden; abro mis parpados lentamente, pero vuelvo a cerrarlos por la fuerte luz que casi me ciega.

—Intenta ahora— me susurran, una mano acuna delicadamente mi mejilla.

Lo hago, abro los ojos y esta vez la luz no me molesta. Lo primero que visualizo es a Nathaniel, asomado encima de mí, acunando mi mejilla, su atractivo rostro esta surcado con preocupación.

Se ve increíble, con el pelo cayéndole como un manto y los ojos azules recorriendo mi rostro.

—¿Cómo te sientes? — me pregunta suavemente.

Intento tragar, pero tengo la boca y la garganta seca. Hago un pequeño análisis de mi estado, el dolor me acompañaba— me duele hasta respirar— intento hablar, pero sale como un susurro ronco— y tengo mucha sed, quiero agua— pido.

—Claro que tiene sed— murmura, al parecer para sí mismo.

Alcanza una jarra en la mesita de noche a mi lado, que recién noto. La habitación blanca no la reconocía, era amplia, un televisor de pantalla plana y grande apoyado en la pared frente a la cama; un sillón negro reclinable estaba al mano izquierda y un sofá negro de 3 plazas a mano derecha.

Sirve un vaso de agua con una pajilla y lo acerca a mis labios— tienes que tomar despacio— me indica y comienzo a beber.

El agua fría empapa mi seca boca bajando por la garganta. Cierro los ojos de placer— rico— suspiro, pero hago una mueca tan pronto el dolor se expande por el pecho.

—Cuidado— me dice, parece preocupado.

Miro su rostro, confundida. No tiene la mueca fría que me ha mostrado los últimos meses, viste un pijama azul oscuro y la bata blanca encima.

—¿Adeli está bien? ¿No le paso nada? — le pregunto— por favor, dime que no le paso nada, intente con todas mis fuerzas desviarme para no chocarla— me aclaro la garganta reseca y rasposa.

Niega con la cabeza— sabía que ese auto era un problema— se endereza y comienza a pasearse de un lado a otro— te lo dije varias veces, pero nunca me hiciste caso—.

Pasa la mano por su pelo y de repente lo tengo inclinado sobre mí.

—No vuelvas a hacer otra estupidez como esa— me regaña.

Lo miro sorprendida, abriendo mas los ojos, solo puedo observarlo, y es que me ha dejado casi muda.

Escucho la puerta abrirse— ¿Pasa algo papa? —.

Fisiopatologia del PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora