Capitulo 18

2.4K 98 26
                                    


Nathaniel

Echo los hombros hacia atrás sintiendo la tensión. Había pasado toda la mañana y gran parte de la tarde en cirugía, bueno hasta que había ido a ver a Kiara graduándose.

Desde esa noche me había alejado, limitando la relación a solo lo físico. Queriendo eliminar la posibilidad de darle más poder sobre mí, había ido a un bar, me había sentado y coqueteado con una hermosa mujer; durante la siguiente hora coquetee con ella, aunque no era necesario porque había demostrado su interés. No había sentido nada, mi miembro ni siquiera respondió.

Incluso intente follar a Carla, pero fue imposible.

Por eso me puse limites, cumplí con mi parte, me volví su profesor privado, le enseñé; no fue para nada difícil, era inteligente, absorbía los conocimientos como una esponja por no hablar de lo más esencial, solo tenía que ver una sola vez como se hacía algo y lo realizaba perfectamente. Era increíble. Se había graduado con el índice más alto. La vi orgulloso, de pie frente al podio, segura, feliz. La última frase de su discurso había provocado una sensación en el pecho, no estaba seguro si era para mí.

Tan pronto termino el discurso regrese al Centro, no quería que la tentación de abrazarla y felicitarla me ganara. Estos últimos 11 meses no habían sido fáciles.

Pero mi cuerpo adicto ya resentía el tiempo que tenia sin tocarla, sin sentirla, sin estar dentro de ella. Mierda, me recuesto contra la pared frente al quirófano, tengo que esperar hasta mañana, que Adeli se vaya.

Las puertas de acceso al ala quirúrgica se abren bruscamente, enfermeras y dos de mis residentes arrastran una camilla con un paciente; la doctora Cabral esta encima del paciente, mientras que Méndez guía la camilla, dejando una estela de sangre en el piso.

— Doctor— grita Méndez.

— Éntrenlo, voy a lavarme— les digo.

Agradeciendo la distracción, trato de enfocarme en esto. Me coloco el cubrebocas y comienzo a lavarme rápidamente. A través del cristal observo al personal preparando todo. Entro al quirófano y la enfermera me ayuda a prepararme.

— Méndez— digo.

— Femenina de 18 años de edad— me informa— accidente automovilístico, sin antecedes patológicos conocidos, queríamos subirla de inmediato, pero le realizamos tomografía completa que confirmo el diagnostico de fractura de humero izquierdo, hemorragia en cavidad torácica por cayado aórtico lesionado, se le coloco tuvo de pecho por Neumotórax derecho—.

Termino de colocarme los guantes y me acerco a la camilla.

— ¿Pidieron sangre suficiente? — pregunto— porque cuando abramos el tórax hay una gran posibilidad de que el cayado se abra, asi que por favor la máquina de bypass preparada—.

La paciente ya tenia el tórax expuesto y esterilizado, el doctor yakuza intenta intubarla. No me molesto en mirar, se que lo hará, después de todo era el mejor anestesiólogo, por eso trabajaba conmigo; analizo el tórax, moratones adornaban la parte central.

Tenia el mejor par de senos que había visto, pero espera. Frunzo el ceño, había visto esos senos antes. La mancha marrón claro en forma de grano de café al costado del seno izquierdo, me paraliza.

No, No, No.

— Méndez— mi voz me suena rara al oído— ¿Cómo se llama la paciente? —.

— Ha, no se exactamente, déjeme ver— lo escucho buscar algo, pero no puedo despegar la mirada de esa marca— Gonzales, Kiara Gonzales Doctor—.

Kiara Gonzales. El nombre resuena una y otra vez en mi cabeza; todo sonido desaparece, solo puedo verla en la camilla. Con el miedo atenazándome la garganta llevo la mirada al rostro que he visto y admirado durante estos meses.

El rostro que reconocería en cualquier lugar. La mejilla derecha estaba morada. Era ella, Kiara. No, era imposible. La había dejado caminando de regreso a con sus compañeros.

—¿Doctor? — escucho la voz de Méndez.

Está mirándome extraño, parece como si me hubiera llamado varias veces.

— Estamos listos— dice— esperamos por usted—.

No podía hacerlo. Nunca podría llevar a cabo esta operación. Aprieto las manos tratando de que dejen de temblarme.

— Llama al doctor Hernández— digo.

— ¿Qué? Pero eso demoraría y ella no tiene tanto tiempo— dice.

— Te dije que llamaras a Hernández— le gruño— está en el quirófano 3 terminando una cirugía, ya debe estar saliendo, corre— le grito.

Sale corriendo. Noto todas las miradas en mí, pero los ignoro. Tomo una delicada mano.

— Doctor, se ha contaminado— jadea una enfermera.

Sostengo la mano, esta manchada de sangre y tiene varios raspones.

— Navikov, ¿Para que me necesitas? — dice Hernández.

Levanto la cabeza y veo la expresión confusa en su cara, observa como sostengo la mano de kiara entre la mía. Todos saben que estoy casado, nunca me han conocido una amante, ni nada que se le parezca. El conocía a Clara.

— Es la mejor amiga de mi hija— explico, tratando de hacerlo entender— prácticamente crecieron juntas, no puedo operarla porque— porque es el ser humano más importante para mí— no podría perdonarme si algo le pasa— digo con honestidad.

Veo la comprensión en su rostro. Sabia que estaba asociando esto a que creía que yo consideraba a Kiara como una hija para mi.

Viene a mi lado.

— No puedes dejarla morir— le suplico como nunca en mi vida lo había hecho.

— Hare todo lo posible, pero necesito que salgas, una enfermera te mantendrá informado— me dice suavemente.

— No me iré— digo firme, camino a una esquina y me planto hay— estaré aquí tranquilo, pero no me iré—.

El me evalúa, se que ve la terquedad marcada en mi— esta bien, pero no importa lo que escuches estarás tranquilo— ordena.

Todos se reúnen en torno a ella. Aprieto los puños.

— Bisturí 10— pide— Necesito que estes preparado para conectarla al bypass— dice y siento la mirada de doctor yakuza.

Por favor no te la lleves. Mando la suplica en forma de oración. No era religioso, pero haría un pacto con el mismo diablo si eso significa que ella vivirá.

—Maldición— dice y veo al residente aspirando,

La enfermera me mira de reojo y comienzan a pasar compresa tras compresa. Me enderezo, sintiendo el miedo treparme por la espalda.

— Mas sangre— pide.

Reviso sus signos vitales constamente, asegurándome que no caigan demasiado. Los minutos pasan y ninguno dice nada, solo me tranquiliza que Hernández siga trabajando.

— ¿Dónde esta Traumatología? — Pregunto a la enfermera Jaqueline.

Había sido el mayor imbécil de la historia con Kiara. Ella no podía morir. No podía irse. La frase se repite como un disco rayado en mi mente. Siento que pasa una eternidad hasta que por fin noto que Hernández se relaja.

— Retirado el bypass— anuncia— vamos a cerrar—.

Suelto el aliento que no sabía que retenía. Decido acercarme, pero no alcanzo a dar dos pasos hacia ella cuando su corazón deja de latir.

— Parada cardiaca, iniciemos RCP—.


Hola chic@s 

Espero les guste el capitulo

Recuerden seguirme en mis redes sociales.

hay les confirmo lo del nuevo capitulo

besos


Fisiopatologia del PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora