Nathaniel
No solo había registrado mi numero en su celular enviándome un mensaje luego, también le había instalado una aplicación de rastreo. No iba a seguir con la odisea de adivinar donde estaba.
Recuesto la cabeza en el asiento del vehículo. Estaba afuera de su casa, esperando a que llegara. Era mi debilidad, física por lo menos; dependía de ella. Nunca había dependido en ningún nivel por ninguna mujer, o nadie aparte de mi hija.
Necesitaba seguir igual que hoy, apartarme luego de terminar. Miro la casa, era una hermosa casa, en un buen lugar; ayer había recordado el momento en que Adeli me había avisado que los padres de Kiara habían fallecido.
Gracias a mi buena memoria, todas las cosas que me había contado de Kiara venían constantemente a mi cabeza. Culpa, enorme culpa, porque sabía muy bien que lo que significaba Kiara para Adeli.
Era la razón principal del porque me había resistido, al menos por un momento.
El claxon de un auto suena por lo que verifico el espejo del retrovisor. Veo su auto, o la chatarra con la que anda. El portón de hierro se abre por lo que la sigo en mi auto, no bajamos al mismo tiempo.
Movido por la furia y el deseo la intercepto frente a su auto, atrapándola entre el y yo; el olor de su perfume intensifica no se hace si no aumentar mi excitación. Me miraba con ojos enormes llenos de ira y deseo.
- No volverás a hacerme pasar esto- le gruño.
Sin querer escuchar su respuesta estrello mi boca contra la suya. La alzo contra mí, entramos a su casa y nos dirigimos a su habitación, sin apartar nuestras bocas el uno del otro.
Nuestros gemidos y sonidos de placer hacen eco en la habitación. Me introduzco en ella una y otra vez, hasta que el deseo disminuye a una llama menor, hasta que el calor y dolor en el cuerpo ya no es tan intenso, hasta que pierdo las fueras y la inconsciencia me llena.
Tenía un cuerpo cálido y suave sobre mí. Abro mis ojos parpadeando ante la luz, por un momento desorientado como nunca me había permitido estar; acostado boca arriba recuerdo que estoy en casa de Kiara. La miro, recostada en mi pecho, la mitad de su torso sobre el mío; con sus hermosos pechos presionados contra el mío, su brazo se apoyaba casi sobre mi corazón; tenia el rostro elevado hacia mí.
Duerme pacíficamente. Es tan Hermosa. Su pelo cae sobre ella cubriéndola como una manta, las pestañas descansaban pacíficamente contra sus mejillas; tenia los labios ligeramente abiertos. Varias pecas salpicaban su rostro dándole un aspecto mas tierno.
La sensación extraña en el pecho y el estomago me ponen rígido, Nunca había estado así con una mujer, ni siquiera con Clarisa.
Disgustándome el camino de mis pensamientos, salgo de la cama despacio acomodándola para evitar que se despierte. Teníamos que hablar de varias cosas, pero no era buena idea hacerlo en este momento, necesitaba aire fresco, pensar, era algo que no había podido hacer desde el lunes.
El reloj en la mesa de noche indica las 8:00 p.m. Mierda, tenía una cirugía a las 9: 30. Me visto con rapidez viendo las llamadas perdidas de Gloria.
- ¿Ya te vas? - dice adormilada.
- Si, tengo cirugía- respondo.
No voltees, no voltees. Pero no necesitaba hacerlo, estaba frente al espejo el cual tenía toda la panorámica de la cama. Mis ojos son atraídos por la imagen de ella recostada en la cama, con la cabeza encima de la almohada, se veía tan relajada; su espalda suave y tersa cubierta por su pelo.
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Fisiopatologia del Placer
RomanceLos une la pasión y el deseo por su vocación y por ellos. Kira nunca pensó que llegaría a follarse al papá de su mejor amiga, pero sucedió y nunca pudo parar. Nathaniel jamás imagino engañar a su esposa con una niña, pero ella se ha convertido en su...