Becker
Tenía que irme, no tenía otra opción, simplemente no tenía otra. Quedaban dos malditas semanas... Catorce días.
Jamás en la vida se me habían pasado tres meses tan rápido. Y en lo único que podía pensar era en si volvería a besarla otra vez.
Todos los días pensaba lo mismo:
¿Cómo alguien sería tan ciego como para no verla? ¿Cómo sería posible que no encontrara a alguien mejor que yo? Con su mismo estatus social, alguien que pudiera regalarle cosas que mereciera, como una... jodida... no lo sé, corona o collar de diamantes. Alguien que pudiera llevarla de viaje a donde quisiera, alguien que no tuviese un pasado de mierda que le ejerciera tanto peso en los hombros, que simplemente lo clavara al suelo.Y lo único que esperaba era que, si elegía estar con alguien más, la hiciera más feliz que yo.
Que la hiciera reír, porque esa risa no debía apagarse jamás.
Que la desafiara constantemente, porque era eso lo que quería: Demostrar que podía.
Que peleara por ella, incluso si se enfrentaba a un ejército por sí solo y sin armas.
Que la abrazara para dormir, porque a la noche siempre tenía frío.
Que la acompañara a hacer compras, porque detestaba hacerlo sola.
Que le dedicara canciones, porque le gustaba saber que la tenía presente todo el tiempo...
Que la amara tanto que su corazón pareciera no poder soportarlo, tanto que lo excediera, tanto que se plantearía la idea de que ahora su alma le pertenecía a ella.
Que le diera todo lo que yo no podía darle...Me sentía solo, incluso con tanta gente alrededor, incluso con ella a pocos minutos de distancia, ya me sentía solo.
Era demencial como el dinero podía dármela y, el no tenerlo, quitármela para siempre, o eso creía.Si hubiese podido pagar la universidad que estaba cerca del pueblo, lo habría hecho. Pero no podía, tampoco rechazar la beca, porque estaba a sólo dos años de recibirme.
Había tomado la decisión de trabajar en la empresa del padre de Aria por dos razones:
Porque necesitaban a alguien de confianza para cuidarlos y, al enterarme que era quien aportaba para la beca, simplemente la nobleza me obligó.
Y porque la paga era más que excelente, lo que me daba la chance de poder ir a visitarla si me dejaba hacerlo.
Así que firmé el condenado, condenadísimo contrato.Lo que no sabía era que no iba a volver a visitarla a ella.
Me vestí y perfumé, porque amaba que pegara su naricita a mi cuello para olerme. Me puse una chaqueta, por más que no fuera a tener frío, porque sabía que ella iba a necesitarla.
Dejé los cigarrillos, y esa fue mi peor decisión de la noche. No tenía idea de cuánto iba a necesitar uno.
Cuando la vi comencé a salivar como un jodido perro de Pávlov. Toda ella era un estímulo, y mi cuerpo entero respondía, siempre. No fallaba ni una sola vez.
Cuando llegamos a la discoteca, notamos que todo el pueblo estaba ahí, así que nos distrajimos bastante saludando a nuestros conocidos.
Esa noche todo lo que creía que era real, se derrumbó. Esa noche fue cuando sentí el peor golpe, uno que no pude soportar.
Me había desacostumbrado bastante a esa barrera que me ponía, y, en adición, esta fue demasiado, demasiado pesada como para que pudiera levantarla.
Esa noche, Aria Miller me hizo pedazos... y lo disfrutó.Emma hubiese estado contenta, porque no sufrí como un condenado a muerte... Fue peor. Estaba vivo y con un puñal en el corazón. A cada latido dolía. No, no dolía, duele. Hoy en día duele.
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Y Todo Por Ese Error #1 ✓
RomancePrimer libro de la bilogía: "Somos Supernova". Sinopsis: Aria Miller se instala a vivir en el pueblo de su madre en su adolescencia y conoce a su primer amor, Liam Becker, el perfecto cliché. Es atractivo, malo y tremendamente seductor. Incluso si...