Capítulo 5

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Advertencia: Casi al final de este capítulo, encontrarán una escena +18.
Verán el aviso cuando comience y termine, para que puedan saltearla si no quieren o no pueden leerla.
Van a encontrar ese aviso siempre que haya una. En ninguna escena de ese estilo se habla de cosas importantes, así que no altera en absoluto el curso de la novela.
Lo prometo.
Gracias por la atención.
¡Nos leemos abajo! ♥

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Aria

Golpeé la puerta de la habitación de mi hermano. No respondió. Volví a golpear.
Nada.

Abrí, suspirando, y lo encontré durmiendo como una morsa.

—¡Luca! —lo sacudí de lado a lado—. ¡Despierta!

—¿Qué quieres? —refunfuñó.

—Me voy —le avisé—. Me llevaré el coche de mamá.

—De acuerdo. No vuelvas tarde.

—No —abrí las cortinas de su habitación de un tirón—. Y despierta, no seas holgazán.

—Son las dos de la tarde y estoy de vacaciones, puedo y quiero dormir la siesta. ¡Cierra las cortinas y vete!

—¡Holgazán! —exclamé, caminando hacia la puerta.

—¡Aria! ¡Las condenadas cortinas!

Reí y salí de su habitación, ya habiendo acelerado el paso.
Cerré la puerta antes de que pudiera tirarme con una almohada. De todas formas, lo intentó, porque la escuché golpear contra la puerta.

—¡Loco desquiciado! —grité, desde el pasillo.

—¡Cierra las jodidas cortinas!

—¡Levántate, gruñón!

Lo escuché lanzar un quejido, así que asumí que me había hecho caso.
Salí de mi casa corriendo, antes de que pudiera perseguirme, porque sabía que iba a estar furioso.

Conduje hasta mi lugar. Lo había encontrado una de las tantas veces que salí a correr cuando apenas me había mudado.
Era una playa angosta y larga, atravesando el bosque. Cada vez que quería pensar, estaba triste o simplemente necesitaba alejarme de todo, iba ahí.
Un viejo tronco caído me servía para sentarme a descansar y escuchar música. Había sido un árbol grande, así que estaba separado casi un metro del suelo por las ramas.

Nunca había visto a otra persona en ese lugar. Es que, en realidad, era una playa muy pequeña como para poder disfrutar en verano. El río corría entre piedras demasiado rápido como para poder meterse y el pueblo estaba lleno de lugares preciosos para disfrutar del agua.

Al llegar, lo vi apoyado en el tronco, de brazos cruzados.
Me alegró que hubiera pedido encontrar el lugar. Siempre había sido buena para ir a los lugares, mas no para dar indicaciones.

Le tiró una pelota a Max y él corrió a buscarla. Al verme, vino directamente hacia mí, con la pelota en el hocico.

—¡Max! —me agaché, abriendo los brazos para recibirlo.

Liam volteó en mi dirección, incorporándose en un movimiento rápido. Yo me congelé.
Me resultaba imposible explicar lo mucho que me gustaba, era excesivamente lindo.
Mis neuronas hicieron cortocircuito cuando sonrió. Me pregunté si siempre iba a tener ese efecto en mí.

Sí.

Caminó hacia mí, con su andar impecable. Daba la sensación de que un fallo en la Matrix había hecho que, de repente, todo sucediera en cámara lenta.

Y Todo Por Ese Error #1 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora