Capítulo 15

1.2K 86 127
                                    

Aria

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, buenas madrugadas, aquí les habla Aria del presente.
Se han encontrado con otro salto en el tiempo.

Están muy cerca de encontrarse conmigo en la actualidad, cada vez falta menos.
Es más, están tan, pero tan cerca, que ya pueden leer mis pensamientos, ¿no están felices? Esta será la última vez que me lean, será mi última acotación, para no confundir a nadie.
No se preocupen, les daré la bienvenida cuando se me unan en el presente.

Por lo pronto, les contaré cómo pasé los últimos dos años. Si, casi dos años.

Luca había abierto la franquicia en el pueblo y le iba excelente. Yo trabajaba con él cuando no cursaba o estudiaba, para ayudarlo a contratar gente, hacer el papeleo correspondiente, el pago de los sueldos, etcétera.
Faltaba medio año para recibirme, gracias al cielo.

Steph se había unido, finalmente, a ambas "familias" —franquicia y a "los Miller"—. Tenían una relación hermosa, aunque había algo que a ella la tenía un poco enojada todo el tiempo. Pero, bueno, a Luca le era difícil llevar una relación sana saliendo de fiesta cada vez que podía.
De hecho, estaba cambiando en ese sentido.

Volví a frecuentar a James, Tony y Oliver. A Venus no tanto, ya que todavía estaba un poquito enojada conmigo, pero de a poco se le iba pasando.

Luego de mucha insistencia, le conté a Kimmy qué era lo que había pasado realmente con Becker.
Y ella se encargó de hablar con Emma, que me contactó a mí, para decirme que todo había sido un invento.

Resultó que se había cruzado a Diana en el supermercado, justo después de recibir la noticia de que él había firmado contrato en la empresa de mi padre. Al haber sido parte del grupo, Emma usó a su favor que ella todavía la adoraba. Como toda abuela orgullosa, Diana le había contado todo... Y ese fue el último clavo de nuestro ataúd.

Me contó que se había basado en conversaciones que habían tenido mucho antes de estar conmigo para "crear" ese chat ficticio, con ayuda de Brandon, que la persuadió para que lo lastimaran "por todo lo que le había hecho a ella", bla, bla, bla.

Se hizo la mosquita muerta. Para ser honesta, no me importó mucho.
Le agradecí por haberme dicho la verdad, —aunque fuese bajo las amenazas de mi amiga británica—, le desee una buena vida y me despedí de ella.

Por supuesto, abrió nuevamente esa herida... Justo a tiempo.
Pero de eso se enterarán luego.

Frank comenzó a trabajar con nosotros. Una semana al mes viajaba a la ciudad, porque llevaba la contaduría de ambas empresas.
La relación podría decirse que iba... bien. Habíamos alquilado un departamento juntos luego del fallecimiento de su madre que, después de mucho tiempo de pelear contra esa enfermedad y por más eminencia que la tratase, no pudo resistir... Y eso lo cambió.

Estaba destruido, casi literalmente. Estuvo semanas sin ánimos para levantarse de la cama, meses comiendo poco y nada. Se distanció un poco de mí, de hecho —pese a mis intentos de sostenerlo para que no se derrumbara—.
Lo de ir y venir de la ciudad hacía que reviviera un poco, ya que mantenía su cabeza y tiempo completamente ocupados... Pero no era lo mismo.

Yo me encontraba sola, una semana al mes, en nuestro departamento. Otra semana en la que —perdón por la explicitud— nadie me tocaba un pelo.
Había llegado a creer que ya no le atraía o que se había aburrido de mí. Parecíamos un matrimonio de dos ancianos retirados.
El único contacto que teníamos era un beso de despedida y otro para saludarnos cuando llegábamos.

Y Todo Por Ese Error #1 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora