18| Volver a casa.

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Olivia Greyson

—¿Y se mudaron muy lejos? –vuelvo a preguntar, curiosa.

Anth me regaña diciendo que me ponga el cinturón, y que me siente bien antes de responder.

—No demasiado, pero seguimos yendo al departamento porque... –se queda callado unos momentos, pero sigue al echarme una miradas por el espejo retrovisor–, Madison y Jaden viven ahí con Leah, así que Vani y yo pasamos todos los días ahí por el espacio que hay.

Asiento ante su explicación algo angustiada, volviendome a la realidad que no quería ser consiente en el momento que tome ese avión.

Jaden tiene una familia, una novia, una hija y una casa. Estaba claro desde el primer momento que apareció, y aún así quise hacer las cosas que mi corazón sentía, desde el beso, hasta lo que hice hoy.

Anth parece notarlo, y no sé como, pero sabe exactamente qué pasa por mi cabeza que me da miedo.

—Vani me contó que venías por él –murmura, mirando por el espejo retrovisor.

No por mucho ya que tiene que mirar al frente, y agradezco esos momentos en los que me pongo colorada.
Mis manos comienzan a sudar de lo nerviosa que me pongo, mientras intento acomodar bien las palabras antes de decirlas.

—No sabía que tenía depresión –murmuro.

Como si supiera lo que iba a decir, me contesta en un suspiro.

—¿Hace cuánto? –cuestiono, curioseando.

Me vuelvo a quitar el cinturón para poder acercarme entre los dos asientos del frente. Anth se traga el regaño cuando me mira mal y le sonrio inocente. Decide dejarlo de lado y hablar una vez más.

—Dos años –dice como si fuera normal, mientras a mi se me sube el corazón a la boca.

¿Dos años?¿Cómo es que Avani no me dijo nada? Cuando llegue se las va a ver conmigo.

—Quisimos llevarlo al psicólogo, pero como alguien que me recuerda muy bien, no copera con nada y decidió dejarlo –me mira en lo primero, y sonrío de lado, dejándolo continuar –. No es extraño el accidente que tuvo en Inglaterra, de hecho, es tan normal que va cada semana al hospital.

Me pongo mal al escuchar sus palabras, pensando que todo eso lo hace o le pasa, porque todo debe ser mi culpa. Hace dos años yo no estaba con él, y nunca pude ayudarlo.

Por más que siento la culpabilidad en el pecho, sé que si no me iba, él iba a hundirse en algo que debía salir yo sola.

No vuelvo a hablar en todo el trayecto, solo escucho a Anth que por suerte cambio de tema cuando se dió cuenta que estaba por llorar. Así que hablando sobre los años en los cuales no estaba, me iba contando cosas de él y su trabajo, de Vani y sus cursos. Notaba como evitaba nombrar a Jaden y su familia, pero si hablaba de la nena.

Iba al jardín, era muy inteligente y que era muy apegada a Jaden. Habló de cuando era bebé, él y Vani trataban de alejarse lo más posible porque sentían que no debían meterse en la relación que Jaden estaba creando ya sea con la novia o como familia con la nena.

Casi media hora después, noto que comienza a bajar la velocidad cuando sale de la carretera y se mete por una calle tranquila.

Vuelvo a quitarme el cinturón, escuchando otro bufido de parte del castaño pero lo ignoro divertida. Es todo un padre.

Me acomodo entre los asientos, mirando por el vidrio principal las calles sin nieve y con bonitas casas.

—¿Es acá? –pregunto, notando que se mete en una casa.

𝐖𝐄 𝐃𝐎𝐍'𝐓 𝐆𝐈𝐕𝐄 𝐔𝐏  | #𝐑²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora