𝐖𝐄 𝐃𝐎𝐍'𝐓 𝐆𝐈𝐕𝐄 𝐔𝐏 | #𝐑²

45|Jake

Jaden.

Reímos todos ante el chiste de Anth. Era malísimo pero me hacía bien ver a Liv reír, era una de las primeras veces después de lo que había ocurrido.

Avani fue la primera en dejar de reír cuando escucho el timbre que venía de la cocina. Creo que se le quemaba algo por juzgar el olor a carne quemada que había.

—Conta otro Anth –mi prometida pidió muy animada, a mi lado.

Tenía las mejillas sonrojadas todavía por la risa anterior. Su mano pequeña acariciaba mi piernas distraída.

—¿Qué le dice el uno al...? –estaba empezando una vez más, pero frenó enseguida.

Creo que todos nos dimos vuelta a la vez al escuchar un ruido que no nos gustó para nada.

Parecía agua. Más el grito de Avani.

—¡Aaaa! –chilló adolorida.

Levanté la vista del suelo, donde un charco ya se había formado, a la cara de susto de la morena.

Sentí como todas las fuerzas de mi cuerpo se fueron, dejándome gélido. Estaba seguro que mi cara, era una cara de espanto.

Creo que todos estábamos igual porque Avani nos gritó algo que, al menos yo, no pude entender. Reaccioné al sentir la suave mano de Liv.

La miré todavía pálido.

—Jae debemos encender el auto... –comenzó a decirme, desesperada.

Era lo único que llegué a escuchar antes de ponerme de pie.
Miré a Anthony quien había corrido hacia su novia, una la cual le gritaba que le traiga el bolso de no se que cosa.

Corrí hacia afuera, buscando las llaves del auto mientras veía como Liv volvía adentro de la casa, ayudando a su amiga.

La calma no era lo nuestro y se podía notar.

Abrí la puerta de los asientos traseros, dejándola abierta y habilitándola para que Avani este lo más cómoda posible.
Tirando la ropa que tenía, los juguetes de la nena y chorradas que había dejado.

Olivia ya estaba detrás mío, sosteniendo a Vani, cuando estaba tirando el último juguete.

—Está listo. ¿Puedes subir sola? –le cuestioné y por su mirada, decidí acercarme–. Tranquila fiera, ya te ayudo.

Soltó un jadeo cuando la ayude a subir al vehículo. La miré como si la hubiese roto. Espantado.

—¿Estás bien?¿Qué te hice?¿Te toqué algo que...? –no terminé de ser paranoico cuando me golpeó.

—Cállate y ponme el cinturón –demandó adolorida.

Hice lo que me dijo apresurado. Su novio se subió a su lado con un bolso más grande que él mismo. Liv y yo nos subimos delante una vez que estábamos listos.

No dude en arrancar hacía el hospital. Lugar que, para mi suerte, estaba a tan solo unas calles.

Los gritos y preguntas de la pareja me estaban poniendo los pelos de punta. Avani le gritaba a su novio al verlo tan pálido, tanto que parecía que iba a caerse dormido ahí mismo.