4|Desgraciada Navidad

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Jaden Hossler

No tengo ganas de nada y Avani no parece notarlo, o mejor dicho, decide ignorarlo cuando me pide que me apresure.

-¿Porque no te vas solo con Anthony? -pregunto y no recibo respuesta de su parte- ¿O me querés tanto que vas a extrañarme unos días? Que tierna -comento sarcástico mientras la sigo a regañadientes-

Ella me mira sobre su hombro y pone los ojos en blanco. Como suele hacerlo siempre que abro la boca.

Hoy se cumple tres años y una semana desde que estoy en la mismísima miseria.

El cigarrillo es el único compañero que no me traicionó por ahora.
Avani lo hizo el día que la dejó ir, Anthony dejó de ser mi apoyo desde que me dijo que no estaba de acuerdo con lo que hacía, y Madison... Ella está en su burbuja pensando que soy el hombre perfecto aunque no quiera ver la realidad. Soy un puto desastre.

En estos tres años no hice mucho.
Dejé de llorar por la persona que extrañaba, sigo trabajando en el bar, y mi adicción por el alcohol es cada vez más fuerte al igual que lo es fumar. Ambos me están trayendo consecuencias, como el que mis pulmones no soporten lo mismo, o que mi cabeza revienta del dolor todos los días.

Con Madison llevamos dos años de relación. En realidad tres pero el primer año no hacia otra cosa que acostarme con toda la que se me cruzaba y eso no lo llamaría una relación porque ella estaba enterada y discutíamos todos los días por lo mismo.
Hasta que el año siguiente decidí dejar de ser un idiota con ella y estar en algo serio con ella.
Así es como el pequeño demonio me dice papá desde los dos años hasta ahora que lleva cinco.
Nos mudamos a una casa más grande, con un patio más amplio por detrás y por delante, con más habitaciones y espacios más grandes.

Avani y yo seguimos siendo gato y perro, solo que ella tiene quien la defiende, y con Anthony no puedo hacerme el vivo porque una vez recibí una paliza de su parte por hablar demás sobre Avani.
La faceta de malo no se me da, y por eso quise disculparme con ellas pero no lo hice. No puedo perdonarla, porque ella la dejó ir cuando ella me necesitaba.

En fin. Hoy 24 de diciembre, 12:32 del mediodía estamos, o bueno, Avani está organizando todo para ir a la casa de una de sus tías, o algo así con su familia para poder festejar navidad juntos.

No quise pero Anthony me obligó a hacerlo.

Así que acá estoy, bajando para tomar una ducha y prepararme.

Apenas tocar el suelo, una pequeña niña se tira a mis pies.

Sonrio enseguida.

Se coloca como un koala en mis piernas y no me suelta, así que llegamos a la cocina con el pequeño demonio pegado en mi pie.

-Leah, deja desayunar a Jaden -Madison la regaña pero la pequeña sigue sonriéndome-

Miro a mi novia. Sus pelos rubios están atados a una coleta, un pequeño vestido de flores suelto, mientras está haciendo creo que el almuerzo.

Como todos los días, suelo despertarme tarde cuando logro dormir, y Madison se preocupa en hacerme el desayuno antes de que yo me vaya a trabajar.

-No la regañes -digo agarrando al pequeño demonio entre mis brazos-

Ella ríe, dejándome ver sus pequeños dientes y uno que se le salio hace poco, dandome vistas adorables al tener un hueco.

Leah es una nena tan dulce que aunque a veces se porte como un demonio, es una nena buena y amable. O bueno, al menos conmigo no. Lo hace porque le gusta verme enojado de mentira y que la correte por todo el patio.

𝐖𝐄 𝐃𝐎𝐍'𝐓 𝐆𝐈𝐕𝐄 𝐔𝐏  | #𝐑²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora