8| Su carta

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Olivia Greyson

-¿Estás bien? -la pregunta de Christian llega a mi oído en un susurro-

Dejo de mirar hacia la sala, que es donde están todos reunidos y hechizados por hablar con la novia de Jaden y la pequeña niña.

-Me duele un poco la cabeza, pero ya tomé algo -miento descaradamente-

Me giro para poder ver sus ojos claros, que en este momento se notan algo verdosos.

Me acorrala contra el mesón y me agarra de la cintura. Besando mi frente, se separa solo para dejar un camino de besos de mi frente hasta mis labios.

Sus labios son finos e intento encontrar la dulzura que busco desesperada, desde que cierta persona volvió a mi vida.

Aunque fallo una vez más, porque solo siento sus labios y el pequeño sabor de frutilla.

-¿Te comiste un caramelo sin mi? -reprocho separándose, mientras me cruzo de brazos-

Christian suelta una carcajada, y habla después de darme un pequeño beso.

-La pequeña me regaló uno -rebusca en sus bolsillos, demostrandome el papel- es muy simpática -dice cuando nota que me quedo mirando el pequeño papel-

Sinceramente no tengo idea de quién esa nena. Claro está, por sus pelos rubios y sus enormes ojos claros es de la amiga de Jaden, Madison si ni me equivoco.

Pero algo en el estómago se remueve al pensar cuantos años tendrá.
Habla bastante bien para tener tres años, pero si la vería por la calle, podría decir que sí.
Es pequeña, sus pelos rubios están en dos coletas muy tiernas. Cuando sonríe le faltan unos dientitos.

¿Y si esa niña es hija de Jaden?

Esa idea me aterra, y me molesta que lo haga. Tendría sentido, no se iba a quedar cuatro años solo y sin buscar una familia.

Que era los que siempre quiso.

-Vamos con los demás -Chris vuelve a guardarse el papel y tira de mi-

Sin poder protestar en unos segundos ya estoy sentándome en las piernas de Christian en uno de los sillones individuales.

Mi tía nisiquiera se da cuenta de nuestra presencia cuando sigue hablando y preguntando cosas a Madison. Quién me da miradas curiosas "disimuladamente".

Me doy cuenta que mi primo juega con la niña que vuelvo a escuchar que se llama Leah.

Mis ojos no pueden evitar fijarse en los ojos oscuros y opacos, tienen un pequeño brillo cuando le sonríe a su posible hija, quién habla tan fluidamente con él.

Jaden besa la frente de Leah y nota mi mirada, porque sus ojos conectan con los míos un buen tiempo. Que los ojitos claros de la niña se encuentran también con los míos, cuando se da la vuelta curiosa.

Me sonríe y deja las piernas de Jaden para levantarse del suelo e ir hacia mí.
Camina firme hacia mí, y sus sonrisa no flaquea.

-Tus ojos son como los míos -dice cuando está delante mío-

Le doy una pequeña sonrisa, sincera.

𝐖𝐄 𝐃𝐎𝐍'𝐓 𝐆𝐈𝐕𝐄 𝐔𝐏  | #𝐑²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora