19. expuestos.

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—Hay secretos que son demasiado profundos como para llegar a oídos de alguien cualquiera —decía Mark mientras fingían mantener una conversación normal en una cafetería.

Haechan rio, aunque aquel comentario no tuviese nada de chistoso. Eran más que conscientes del par de fans que los habían reconocido, e intentaban sacarle fotos de forma "discreta" desde otras mesas o incluso desde fuera de la vitrina. Era un código que habían aprendido y que manejaban lo suficientemente bien como para llevarlo a cabo sin ponerse de acuerdo con anterioridad.

—Tú tienes secretos, Renjun tiene secretos, Taeyong... incluso yo. Todos guardamos secretos que preferimos mantenerlos como tales. —Le dio un mordisco a su pastel.

—Yo no tengo secretos —refutó el menor.

Mark enarcó una de sus cejas, discrepando.

—De por sí, ser un idol implica guardar secretos. Ahora mismo hablamos en secreto. Frente a las cámaras guardamos secretos. Entre nosotros nos guardamos secretos porque sabemos que, si el público se entera, podría arruinarse nuestra carrera. Es imposible que con la labor que ejercemos no podamos guardar secretos. A muchos de nosotros se nos fue asignada una personalidad, ¿cómo no vamos a guardar secretos? Es absurdo, casi. —Se veía ligeramente molesto. Quizás en ese momento Mark estaba destapando uno de sus tantos secretos porque la expresión furiosa de su rostro denotaba ligero desahogo.

—Aun así, entre nosotros no hay secretos. —Sonrió resplandecientemente.

Pero al ver el ligero temblar en las pupilas de Mark, aquella sonrisita fluctuó.

—¿Verdad...? —susurró, mirándolo con inseguridad.

Mark desvió la mirada al suelo, e incómodo, le dio un sorbo a su café. Luego de unos tensos segundos de silencio en donde Haechan esperaba impacientemente por su respuesta, asintió con la cabeza y una sonrisa que ante los ojos del menor se vio forzada.

—Claro, no los hay. —Y alzó su vaso de café para hacer un brindis y seguir bebiendo.








Tenía que admitir que, cuando se quedaba en casa a solas solía ser aburrido, ya que la única forma que tenía de entretenerse era durmiendo o viendo su teléfono. Cuando sus compañeros de piso estaban aquí las cosas solían alivianarse, podía pasar tiempo con Jaemin, o con Jeno, aunque no compartiesen muchos pasatiempos en común. Pero ahora, ya no era aburrido, era sofocante. Tanto así que ha dado vueltas por el sofá al no poder soportar el silencio ni la soledad que lo rodeaba en ese momento.


Se ha sentido intranquilo desde que los secretos se han ido esparciendo sin motivo ni evidencia con la que poder encontrar al culpable de aquellos artículos, porque es imposible saber cuándo será el turno de que su secreto sea revelado. Teme hacer cosas con Jeno o Jaemin en su propia casa porque incluso allí dentro corre peligro.


Su interminable vuelta en círculos por el sofá no se detuvo sino hasta que el ardor en su dedo lo hizo desprenderse de sus pensamientos intrusivos. Gimió con dolor, se había mordido tanto la uña del dedo índice que se había sacado sangre. Lo ignoró y se decidió por devolverse a su habitación a dormir un par de horas más a pesar de haberlo hecho durante toda la tarde, y así quizás Jeno y Jaemin llegarían más rápido y él se sentiría por fin un poco más en calma.

desvanecidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora