20. culpable

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Con las piernas temblando intentó mantener la calma. Dos horas habían transcurrido y todavía no se tenían noticias acerca de Jaemin quien había sufrido una crisis mientras veían cómo su relación y carrera se caía por la borda.

Tantas cosas habían sucedido en un lapso de dos horas que aún estando en silencio no podía procesarlo. Jeno, quien estaba sentado a su lado, seguía inmerso en su teléfono, leyendo los mensajes dirigidos a él luego de que las personas, y sus mismos fans, hablasen sobre él y su cuerpo con tanta ligereza.

Como solía ser habitual en redes sociales, y específicamente con su grupo de fans, se dividían en dos opiniones muy extremas. Mientras unos pedían a gritos que no difundiesen aquel video, había otros que buscaban desesperadamente alguien que se los enviase, aunque fuese tan fácil de encontrar como abrir el buscador y poner su nombre o el de Jaemin o Renjun en alguna página pornográfica.

«Conque así es como coge Jeno, siempre supe que era bueno en la cama» «Ojalá alguien me follara como Jeno y Jaemin se lo hacen a Renjun, sus gemidos son tan deliciosos, se nota que lo está disfrutando» «El cuerpo de Jeno... wow, es impresionante, pero aún más lo es, su enorme pene» Eran solo algunos de los comentarios que hacían de él en internet, y que sin vergüenza ni pelos en la lengua la gente estaba diciendo y difundiendo sobre él. Ni las cosas que decían acerca de Renjun y Jaemin eran tan asquerosas como las que él estaba leyendo en ese momento. «Asqueroso», «Morboso», «¿Cómo vas a tener sexo con dos personas a la vez? Es innatural y absolutamente asqueroso. No pensé que Jeno fuese una persona así. Bueno, ni siquiera creo que pueda ser considerado persona si coge con hombres, y no solo con uno, sino con dos».

Apretó el teléfono con rabia al leer todo aquello. Quería gritar, incluso matar a la persona que encontró aquel video que, se suponía, solo ellos tres tenían guardado, pero ahora mismo lo único que estaba bajo sus manos era su teléfono, un arma que lo estaba debilitando.

—Deja de leer eso —le espetó Renjun al notar lo que estaba haciendo, y le arrebató el teléfono de las manos. Jeno lo miró con sorpresa en un principio, pero luego pareció entender.

—Perdón... —susurró. Esta vez su perdón no vino acompañado de una sonrisa de cachorro, sino de un ligero gruñido de molestia que Renjun notó.

—¿De dónde mierda habrán sacado esos videos? —preguntó—. Yo lo tenía bien guardado en mi computadora, y jamás lo vi con alguien cerca de mí. ¿No lo has subido o compartido a ninguna parte que no sea a nosotros, verdad?

Jeno meneó la cabeza.

—Se lo compartí solo a ustedes. Así que no tengo la menor idea de cómo esto pudo haberse hecho público.

—¿Y si publican los otros? —preguntó Renjun, aterrado. El menor carraspeó su garganta y se apartó, incómodo, y solo entonces se dio cuenta de que se había acercado abruptamente a él y tomado su mano en plena sala de espera. El escaso número de personas que se encontraba en el lugar los miró con extrañeza. Se apartó de él de inmediato, y aprovechó de acomodarse la gorra para evitar que la gente indagase aún más en su rostro.

—Esperemos que no... Lo único que podemos hacer es rezar para que no lo hagan, ya que no sabemos si tienen solo aquel, o los demás.

—No debí haberles pedido que lo hiciéramos. Si hubiese sabido que esto pasaría no lo habría pedido...

—No, no te culpes... —le susurró. Tuvo el impulso de abrazarlo y acariciar su cabello, un gesto muy sutil que solía tranquilizarlo en cosa de minutos, pero aún estaban en público y aquí las muestras de afecto no eran bien recibidas, mucho menos entre dos varones—. Porque no es tu culpa. Es de la persona que filtró aquel video.

desvanecidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora